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domingo, 23 de octubre de 2011

Los chicos del coro




Quiero comenzar este comentario de Los chicos del coro diciendo que, a mi modo de ver, todos los maestros y futuros maestros deberían ver esta película. Creo que es muy bonito comprobar cómo la labor de este hombre consigue cambiar la vida de aquellos niños. Esta película fortalece mi vocación de maestro y hace que el señor Mathieu sea para mí un ejemplo de maestro. Una persona que llega al orfanato y lo primero con lo que se encuentra es con que, uno de los niños, lanza una piedra al cristal de la portería causando una herida en la cara al conserje y, en lugar de entregar al culpable al director quien, con toda seguridad, lo maltrataría, decide imponerle él el castigo, que no es otro que cuidar todos los días al conserje. De esta forma el niño toma conciencia de lo que ha hecho, de que ha hecho daño a una persona y seguramente no volverá a hacerlo. Este “castigo” le sirve al niño para tomar conciencia del daño que le ha causado al conserje, que siempre había sido bueno con ellos, en cambio, cualquier otro castigo no hubiera servido para nada porque el niño no entendería la gravedad de su acción simplemente se acordaría del castigo. Estaríamos de esta forma haciendo hincapié o remarcando el castigo en lugar de mostrar al niño lo que ha hecho y no se debe hacer.

Mathieu se da cuenta de que los chicos tienen un don, nadie valoraba a los niños, nadie podía pensar que esos niños pudiesen tener algo bueno, en cambio este humilde profesor pronto se da cuenta de que, a través de la música, puede llegar a ellos y que, además, poseen muchos de ellos buenas cualidades para ella. De cualquier forma, los niños que no poseían cualidades para la música también los incluye no deja excluido a ninguno de sus alumnos. Es muy bonito observar cómo se acerca a los niños y se gana su respeto sin necesidad de pegar y maltratar como hacían los demás. De hecho, Mathieu, cambia el ambiente del centro, pues también varía la actitud de los demás profesores no solo de los niños y, por momentos, hasta la actitud del director es distinta.
            
Mathieu se gana la confianza de los niños a través de su forma de actuar. Es bueno y los niños lo perciben y lo valoran. A mí esta película me ha enseñado que la manera de llegar a los niños, y sobre todo a los niños difíciles o supuestamente difíciles como los que aparecen en la película, es mediante obras buenas, ganándote su confianza siendo una persona cercana y en la que ellos encuentren que pueden confiar. Hay profesores que entran en clase y se enfrentan a los niños como si fuesen sus enemigos y esto es lo peor que, en mi opinión, puede hacer un profesor. Los alumnos nunca son enemigos y, si comienzas a verlos como tal, quizá es el momento de pararnos a pensar y replantearnos muchas cosas.

El momento para mí más significativo de la película es cuando el director echa a Mathieu del centro, está “a caballo” entre un fragmento y otro. Es muy bonito observar cómo sale Mathieu pensando que esperaba una despedida de sus alumnos después de todo, pero bueno, al fin y al cabo es un músico fracasado y estaba acostumbrado a esta sensación, mas, cuando llega a la calle observa que en el suelo hay dedicatorias de sus alumnos y todos están en la ventana despidiéndole. Que se reconozca el trabajo de un maestro debe ser algo precioso porque significa que, de algún modo, has dejado huella en esos alumnos. Por tanto, como futuro maestro, me gustaría dejar la huella y hacer el trabajo que este “músico fracasado” hizo por esos niños. Me ilusiona pensar en que, algún día, tras una larga carrera profesional como docente, o durante la misma, pueda observar cómo mis alumnos me recuerdan con una sonrisa por haberles enseñado cosas realmente importantes para su vida, por haberles enseñado el gusto por la lectura y la literatura en general, la curiosidad por aprender, el amor a la naturaleza… y por haber sido para ellos un verdadero maestro, esa persona capaz de transmitir el amor, la curiosidad y la ilusión por las cosas que nos rodean. 

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