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miércoles, 23 de noviembre de 2011

reflexión bloque 3

Este tercer tema de la asignatura me ha aportado una visión general, pero a la vez amplia, de la historia de la literatura. Esto es algo que siempre he “echado de menos” en mi formación académica, tener una visión general para poder, al menos, situar en el tiempo las principales corrientes literarias. Siempre, a mi modo de ver, en todas las asignaturas, tanto en la ESO como en Bachillerato, hemos intentado profundizar mucho en los temas, en las etapas históricas, cuando es mucho mejor dar pinceladas de cada época histórica y tener una visión general de los diferentes momentos en lugar de, profundizar mucho en cada uno para terminar no sabiendo nada de ellos ni de en qué momento histórico situarlos.

Me ha parecido interesante observar cómo, la historia de la literatura es pendular, oscila de un “extremo” a otro continuamente, de lo platónico a lo aristotélico. He podido darme cuenta de cómo la historia es cíclica, de que repetimos continuamente patrones previos, anteriores. Quizá no tanto patrones sino, más bien, la base de cada uno de los estilos y movimientos es de un tipo o de otro.

Otro aspecto de la elaboración de los apuntes que me parece apropiado destacar es que tuviésemos que entresacar, de cada uno de los momentos de la historia de la literatura, algún libro o autor que nos pareciese apropiado para trabajar en Educación Primaria. Esta “selección” me ha ayudado a reflexionar sobre el momento evolutivo de los niños de Primaria y, de alguna forma, a ponerme en su lugar, intentando pensar como un niño de seis a doce años, para ver qué obras o autores pueden resultar interesantes y cuáles no. Considero que este ejercicio es necesario llevarlo a cabo, entrenarnos en él, en nuestra etapa de estudiantes de magisterio. Debemos adquirir una serie de destrezas a la hora de seleccionar y diseñar actividades para trabajar la lectura (aunque no solo esto) en el aula. No obstante, con esto no quiero decir que, cuando salgamos del Centro Superior de Estudios Universitarios La Salle ya seamos maestros contrastados y con una enorme experiencia pero sí, al menos, tendremos que “dar” un mínimo, que ser capaces de seleccionar un libro de lectura y tener la imaginación suficiente como para diseñar actividades interesantes y motivadoras para niños de Educación Primaria. Si no somos capaces de hacer esto, quizá sea preferible volver a primero de carrera… Con esto, tampoco quiero decir que no podamos asesorarnos o pedir ayuda a otros (como por ejemplo escribir un correo a Irune para que nos recomiende libros…), pues lo tendremos que hacer durante toda nuestra experiencia como maestros, ¡cuanto más en nuestros primeros años!, cuando seamos novatos en la profesión. Además, a mi modo de ver, un maestro que no se deja asesorar por otros colegas, que no busca recursos en páginas interesantes o pregunta a sus formadores no es buen maestro. Pienso que siempre quedan cosas por aprender y que se aprende durante toda la vida, el aprendizaje es una tarea continua y de por vida y, un maestro, debe tener claras estas cosas. Un maestro debe tener la suficiente humildad como para estar siempre dispuesto a aprender, con una actitud receptiva y no solo de las fuentes que he citado anteriormente sino, también y sobre todo, de las veinticinco (si no más…) fuentes que tiene todos los días en clase.

un, no tan breve, recorrido por la historia de la literatura...

Breve recorrido por la Literatura española.
            
La Edad Media comienza en Europa en el siglo IX. En España entre los siglos X y XI.

La Edad Media está marcada por dos pilares fundamentales: la sociedad feudal y el pensamiento Teocéntrico. Los primeros escritos que surgen en esta época eran anónimos, creados por el pueblo, por tanto, no se conocía el autor. Ésta es la literatura que conocemos con el nombre de popular y que se va transmitiendo memorísticamente de generación en generación (cuentos populares, romances, adivinanzas…). Durante la Edad Media también era muy importante la épica, la literatura heroica. Este tipo de literatura también se transmitía de forma oral de generación en generación, es más, la épica se sitúa dentro de los romances y los cuentos populares pues, muchos de ellos, tenían como tema principal la historia de algún caballero. A partir de la Edad Media se comienza a escribir en castellano, lengua derivada del latín. La lírica culta, que convivía en la Edad Media con todo lo apuntado anteriormente pero en diferentes estratos de la sociedad feudal, era reflejo de esta sociedad, dividida en nobles, clero y pueblo llano. Donde el rey tenía vasallos, que eran los señores feudales, propietarios de tierras que tenían trabajando en ella a súbditos (los campesinos, artesanos…) que formaban parte del pueblo llano. Debido a la enorme influencia de la Iglesia, la cultura medieval es fundamentalmente religiosa, los monjes en los monasterios escriben y copian libros.

La primera manifestación literaria en español son unas composiciones llamadas jarchas, que están escritas en mozárabe, dialecto que hablaban los cristianos en territorio árabe. Los juglares eran los transmisores de todos estos romances y cuentos populares pues, iban de pueblo en pueblo, recitándolos a la gente. Cantaban cantares de gesta, que son historias de héroes. El cantar más importante en español es el Cantar de Mío Cid. En poesía destaca Gonzalo de Berceo, que se considera como el primer poeta de nombre conocido que escribió en español. También es importante Juan Ruiz, más conocido como Arcipreste de Hita, que escribió una obra llamada El libro del Buen Amor. En prosa es relevante Don Juan Manuel y su obra El Conde Lucanor. Exceptuando estas obras casi todos los textos eran anónimos por esa influencia de Dios y la Iglesia en la sociedad, todo lo que una persona hacia no era por mérito suyo sino por gloria de Dios.

En Educación Primaria podemos leer algún romance, alguna cancioncilla y hablar sobre ella en clase. Se puede plantear un debate, preguntar si les ha gustado o no, incluso podríamos ambientar a los niños disfrazándoles como juglares y que ellos mismos recitasen algún romance. No solo los niños pueden vestirse de juglares, sería muy interesante y motivador que el profesor llegase ese día vestido de juglar y recitase algún romance de la Edad Media y, a continuación, les explicase algunas cosas acerca de la Edad Media, la juglaría y las cancioncillas que recitaban de pueblo en pueblo.

También me parece interesante llevar al aula algún fragmento de El Cantar de Mio Cid. Antes de recitar nada de esta obra deberíamos contextualizarla y hablarles un poco la Edad Media, de los caballeros, los reyes… éste es un tema muy motivador y muy del gusto de los niños, por lo tanto, pensamos que estarán muy interesados en escuchar el fragmento que luego les vamos a leer y, sobre todo y lo más importante, despertaremos en ellos la curiosidad y el interés por aprender más acerca de la Edad Media y por la lectura. Sería interesante ambientar la clase con elementos de la Edad Media y, nuevamente y para sorpresa de otros compañeros, sería pertinente que el profesor se caracterizara como caballero.

Otra obra que podríamos llevar al aula es El Conde Lucanor, sería bueno leer algún “exemplo” y comentarlo con nuestros alumnos pero, evitando moralizar, debemos evitar centrarnos en la moraleja, solamente leemos el fragmento y comentamos si les ha gustado o no.

El siglo XV es una época de transición entre la Edad Media y el Renacimiento. En este siglo abunda el género lírico, destaca Jorge Manrique con las cartas a la muerte de su padre. Pero, sin duda, la obra más importante del siglo XV es La Celestina de Fernando de Rojas.

Con la llegada del Renacimiento surge un nuevo estamento social, que con el paso de los años, tuvo mucha importancia, la “burguesía”. La burguesía son clases medias pero culturalmente altas. Poseen ciertas riquezas, muchos de ellos son soldados, no son aristócratas. El ejemplo típico de burgués es Garcilaso de la Vega, soldado y persona muy culta. Se acaba con el Teocentrismo, propio de la Edad Media, pasando a que el hombre sea el centro de todo, es lo que denominamos Antropocentrismo.

Durante el Renacimiento se pretendía “renacer” a la Cultura Clásica, que había quedado bastante oscurecida durante la Edad Media. Se pretende, como en aquella Cultura Clásica, poner al hombre como centro del universo, como centro de sí mismo y de su existencia, dejando de lado la figura de Dios como centro de todo. Es el momento, por tanto, del Humanismo.

El amor, la naturaleza y la mitología van a ser los temas más importantes en la literatura renacentista. En poesía destacan Garcilaso de la Vega, Fray Luis de León y San Juan de la Cruz. En novela señalar El Lazarillo de Tormes, obra anónima que inaugura la novela picaresca. El teatro de esta época es de temática religiosa. Hay un autor que está “a caballo” entre los siglos XVI y el XVII que escribió obras de diferentes géneros pero, que se le conoce por una de las más grandes obras de la literatura universal, Miguel de Cervantes, con su obra El Quijote, texto que inaugura lo que conocemos como novela moderna.

No podemos abandonar este periodo de la literatura sin trabajar en el aula El Quijote. Podríamos visualizar una película para que conozcan la historia y, a continuación, leer el fragmento del pasaje de la película que más les guste. La selección de ese fragmento se puede llevar a cabo a través de un debate, pueden salir varios fragmentos, que leeremos y comentaremos.

También podemos hacer alusión en un aula de Educación Primaria a El Lazarillo de Tormes.



Los siglos XVI y XVII han sido considerados dentro de la literatura española como Siglos de Oro. El siglo XVII es el del movimiento Barroco. En este siglo España entra en una época de crisis y decadencia. Las graves dificultades económicas provocan un descontento general que se va a ver reflejado en las creaciones literarias.

Como características artísticas del Barroco podemos destacar la complicación y el grado de dificultad que contrastan con el equilibrio, la sencillez y el orden del Renacimiento; la búsqueda de la originalidad, al contrario de la época anterior que era, prácticamente, una imitación del pensamiento grecolatino; la exageración de todo lo que se dice, que tenía como fin último intentar ocultar la precaria situación en la que se vivía; los temas morales, religiosos y filosóficos (fugacidad de la vida, muerte…); y, por último, los temas satíricos e irónicos que contrastan con la realidad deprimente que los rodeaba.

El afán de originalidad provoca que afloren dos corrientes en este movimiento: el Culteranismo y el Conceptismo.



El primero da más importancia a la forma que al contenido. De esta forma, la importancia no estaría en lo que se dice, sino en la forma rebuscada y complicada de decirlo. Luis de Góngora es el principal representante de esta corriente.

El Conceptismo da más importancia al contenido pero sin descuidar la forma, no podemos olvidar que estamos en el Barroco, esta corriente supone la dificultad desde el punto de vista del contenido, realizando con la lengua asociaciones ingeniosas de ideas o conceptos. Su principal figura es Quevedo.

No debemos separar ambas corrientes porque, la una tiene bastante que ver con la otra.

En la poesía hay que nombrar como figuras más importantes a Góngora y Quevedo, quienes no mantenían una relación muy cordial que digamos. En narrativa destacamos al mismo Quevedo y a Baltasar Gracián. En cuanto al teatro, asistimos en este siglo a una renovación en España. Hasta este momento, este género en España se había centrado en la temática religiosa. Lope de Vega revolucionará este género junto con Tirso de Molina, autor de una de las figuras más importantes y con más trascendencia para la literatura europea, en su obra El burlador de Sevilla inaugura el tema del Don Juan. Calderón de la Barca es otra de las grandes figuras del teatro Barroco, su obra más destacada es La vida es sueño.



Por tanto, el Barroco supone contrastes, además de cierto pesimismo. Esos contrastes pueden verse tanto entre autores de la época (Quevedo era una persona más bien triste, taciturna; en cambio, Lope de Vega, era una persona muy alegre); como en la vida de algunos autores como Lope de Vega, que pasó de tener muchas amantes cuando era joven a ingresar como sacerdote, para volver a salir al enamorarse de una mujer con la que tuvo un hijo y, al morir ambos, volver a ingresar como sacerdote; o como en un cuadro de Zurbarán, o cualquier otro autor Barroco, donde podemos ver la primacía de los contrastes de luces y colores sobre cualquier otra característica.

En el aula podemos ver y recitar algunos de los versillos no demasiado amistosos que se dedicaban Góngora y Quevedo. Pienso que esta actividad puede ser divertida y muy del gusto de los niños. Junto con esto, también sería conveniente hablarles brevemente de quiénes eran Góngora y Quevedo, por qué se llevaban tan mal…

Con la llegada del siglo XVIII llega la primacía de Francia sobre el resto de países europeos y, esta situación, tiene su repercusión también a nivel artístico. En este siglo empieza el espíritu de la Ilustración. La Ilustración es un movimiento que mira todo desde el punto de vista de la razón. Es una época racionalista. Este movimiento critica todo lo que tiene que ver con supersticiones y creencias. Se defienden valores que nos llevarán, supuestamente, a un mundo justo y feliz. Van gestándose las reformas sociales que desembocarán en la Revolución Francesa. La burguesía es la clase social que se verá beneficiada por esta situación de reformas y cambios sociales.

En España las ideas de la Ilustración tendrán muchos detractores debido a que la Iglesia continúa ejerciendo una fuerte influencia y, nuestro país, siempre había tenido una fuerte tradición religiosa, muy criticada por los ilustrados. Llegan a España reyes relacionados con Francia: los Borbones. La educación comienza a tener mayor trascendencia y comienza a llegar a, cada vez, más personas. Se crea la Real Academia de la Lengua.

En todo este contexto de cambio, la literatura adquiere el papel de difusora de todas estas nuevas ideas. Comienza, por tanto, a cumplir una función útil lo cual desmejoró en gran medida la calidad de las creaciones pues, se da mayor importancia a la intención utilitaria y didáctica de la literatura que a la belleza formal. La vertiente clásica de las ideas ilustradas se llama Neoclasicismo. De nuevo vuelve a adquirir gran protagonismo el mundo grecolatino, el orden y la sencillez. Autores destacados son: Moratín, Jovellanos, Meléndez Valdés, Tomás de Iriarte y Samaniego. Entre las obras podemos señalar las fábulas de Tomás de Iriarte y de Samaniego. En el teatro destaca Moratín y Meléndez Valdés en la poesía.



Las fábulas surgen en el Neoclasicismo, este movimiento, como hemos apuntado anteriormente, es una vuelta a la Cultura Clásica y, en este periodo existió un famoso escritor de fábulas llamado Esopo. Este autor vivió en el siglo VI a.C., según la tradición nació en Frigia, aunque hay otras que sitúan su nacimiento en Tracia, Samos, Egipto o Sardes. Se cuenta que Esopo fue esclavo de un tal Jadmón que le dio la libertad. Debido a su gran reputación por su talento para el apólogo, Creso le llamó a su corte y le envió después a consultar al oráculo de Delfos, a ofrecer sacrificios en su nombre, y a distribuir recompensas entre los habitantes de aquella ciudad. Irritado por los fraudes y la codicia de aquel pueblo de sacerdotes, Esopo les dirigió sus sarcasmos y, limitándose a ofrecer a los dioses los sacrificios mandados por Creso, devolvió a este príncipe las riquezas destinadas a los habitantes de Delfos. Éstos para vengarse colocaron en el equipaje de Esopo una copa de oro consagrada a Apolo, le acusaron del robo y lo arrojaron desde lo alto de la roca Hiampa. Posteriormente, se arrepintieron y ofrecieron una indemnización a los familiares y descendientes de Esopo que se presentaron a cobrarla. Acudió, al parecer únicamente, un rico comerciante llamado Jadmón, descendiente de aquel amo que tuvo Esopo.

Lo que sí parece cierto es que Esopo como esclavo viajó mucho con Jadmón, que era filósofo. Las fábulas esópicas, a él atribuidas, fueron reunidas por Demetrio de Falero hacia el año 300 a.C. Son breves narraciones de carácter alegórico, protagonizadas por animales, con contenido moral que tuvieron gran influencia en la Edad Media, Renacimiento y Neoclasicismo. Las fábulas fueron transmitidas de forma oral y se cree que no dejó textos escritos. Esa moraleja, a la que anteriormente hacíamos alusión, podía ser explícita o implícita. Estas fábulas fueron recreadas en verso por el poeta griego Babrio en el siglo II a.C. Fedro las reescribió en latín en el siglo I d.C. Las fábulas que conocemos en la actualidad son reconstrucciones de algunas de las fábulas de Esopo. Este autor ha inspirado e influido a autores que han escrito en este género como Jean de La Fontaine, francés del siglo XVII, y Félix María de Samaniego, en España en el siglo XVIII. Algunos títulos de fábulas de Esopo son: El grajo y las palomas, El parto de los montes, El zagal y las ovejas, La gallina de los huevos de oro, La zorra y Los dos cazadores.

La verdad es que del Neoclasicismo es complicado, por no decir que no hay nada, encontrar material para trabajar en Educación Primaria. Lo único que puede servirnos son las fábulas de Esopo, podemos narrar alguna en clase y comentarlas en el aula. Como he apuntado siempre que estamos ante textos con moraleja, no debemos centrarnos en el aula en ella, debemos comentar sobre sí les ha gustado simplemente y sobre lo que nuestros alumnos quieran decir acerca de la fábula. Si los alumnos hacen alusión a la moraleja, hablamos sobre ella pero, a mi modo de ver, no debemos ser los maestros quiénes queramos moralizar a los niños con ella. 


www.biografiasyvidas.com/biografia/e/esopo.htm





En el siglo XVIII entra el Romanticismo en Francia, en España llega en el siglo XIX con la obra Don Álvaro y la fuerza del sino del Duque de Rivas, que es considerada como la primera obra romántica en nuestro país. Don Álvaro es el prototipo de hombre romántico, es decir, una persona desdichada y con mala suerte. El escritor romántico sería equiparable a los “emos” de hoy en día, solían ir de negro, eran personas depresivas, bebían vinagre para estar más pálidos y, en muchos casos, sus vidas estaban llenas de contradicción y extremismo. Oscilaban de un extremo a otro con suma rapidez. Perseguían un ideal de libertad, que podemos observar a la perfección en La canción del pirata, que chocaba con la vida real, que es el primer freno a la libertad. Esta libertad se observa y tiene como fruto una total libertad artística, escriben, por tanto, lo que quieren y como quieren. Esa libertad implica individualismo, supone una vuelta al “yo”, dejando de lado normas y reglas si realmente lo que pretendes es ser libre pues, estos elementos, no hacen más que coartar esa libertad. Los románticos llevan a cabo una verdadera idealización de las personas que encarnan la libertad, por ello, se idealiza a los piratas, prueba de ello es La canción del pirata. Obra que, además de encarnar esa idealización del pirata y lo que éste representa (la más plena libertad) es válida para trabajar en Educación Primaria pues, se puede llevar a cabo de diferentes formas, no solo a través de la lectura, sino también mediante la música ya que, como apuntó Marina en clase, el grupo “Tierra Santa” puso música a la famosa canción de Espronceda.

En España podemos distinguir dos tipos de románticos: los románticos católicos y los románticos agnósticos o no creyentes. Y digo en España porque esa vertiente romántica católica solo aparece en nuestro país, en otros países de Europa no se da porque los católicos son minoría, presentan una mayoría protestante, como es el caso de Alemania, país por cierto que es cuna del Romanticismo.

Considero interesante citar, como obra destacada del Romanticismo Don Juan Tenorio de José Zorrilla. Este autor no innovó con la personalidad del personaje pues, cogió un mito que ya existía, había sido usado por Tirso de Molina en El Burlador de Sevilla.

Podríamos introducir en el aula de Primaria algún fragmento de Don Juan Tenorio y comentarlo con los alumnos.

Los inicios del Realismo hay que situarlos en torno a 1848, en relación a los movimientos revolucionarios de la clase obrera. Esta época posterior al Romanticismo se caracteriza por profundas transformaciones sociales: éxodo rural a las ciudades, gran crecimiento demográfico, una burguesía cada vez más conservadora. Predomina en este contexto la filosofía positivista, que promulga que el saber se basa en la experiencia y en la ciencia y que el método a aplicar para toda investigación debe ser el método experimental. El Realismo tiene como característica principal su descripción de la vida tal como es y su reflejo de forma objetiva. El Naturalismo es un movimiento francés que lleva al Realismo al extremo.



El Realismo representa sobre todo personajes de la burguesía, normalmente en forma de novela, busca representar lo que ve con exactitud y objetividad a través de descripciones muy detalladas debidas a una observación minuciosa de la realidad. Los autores realistas, habitualmente, utilizan un punto de vista omnisciente, es decir, que poseían el conocimiento de todas las cosas. Así mismo, los autores realizaban comentarios para influir en la opinión del lector. El estilo es natural y el lenguaje coloquial.

El Naturalismo pretende llevar al extremo el Realismo, es una evolución del Realismo que pretende reflejar la realidad tal y como es sin evitar sus aspectos más desagradables.



Podemos destacar las siguientes obras realistas: Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, La Regenta de Leopoldo Alas “Clarín, Episodios nacionales de Benito Pérez Galdós y Los pazos de Ulloa de Emilia Pardo Bazán.


Sinceramente pienso que del Realismo no podemos introducir nada en el aula. Creo que nuestros alumnos no pueden comprender la profundidad de estas obras porque no es propio de su momento evolutivo. Son obras que es preferible que las lean cuando sean mayores y puedan entender y disfrutar realmente con su lectura. Todo el simbolismo y las grandes descripciones que aparecen en estos libros pueden resultar elementos muy aburridos para niños de seis a doce años.
            
A principios del siglo XX llega el Vanguardismo, es el periodo de los “-ismos” pues, dentro de las Vanguardias, encontramos numerosos movimientos cuyos nombres acaban en “-ismo” (Futurismo, Cubismo, Dadaísmo…). Dentro del periodo de Vanguardias destaca el Modernismo, que fue sobre todo un movimiento poético que se caracteriza por la repulsa hacia todo lo cotidiano y por la búsqueda de la belleza y la perfección. Podemos hablar de inconformismo y de esfuerzo de renovación. Se dan a conocer movimientos poéticos como son el Parnasianismo y el Simbolismo. Los modernistas tienen un gusto por lo raro y lo singular, por todo aquello que les pudiera alejar de ese tiempo aburrido. Existen dos líneas temáticas en este movimiento conectadas con el Romanticismo: la primera es una línea escapista, el poeta se refugia en lugares exóticos y épocas antiguas, se basan y ambientan sus obras en el siglo XVIII; la segunda línea podemos clasificarla como más intimista, en la que se expresa el malestar del poeta con la realidad. El amor y el mundo son vistos con melancolía y tristeza. Las obras están ambientadas, en este caso, en paisajes otoñales, en crepúsculos y en solitarios jardines.

Lo más importante para los autores modernistas es la belleza e intentan explotar todas las posibilidades que ofrece el lenguaje para conseguirlo. Recurren a la mitología, la adjetivación es muy abundante y hace referencias fundamentalmente a lo sensorial.

Podemos observar también un gran individualismo, dando mucha importancia al mundo interior, al yo del autor.

Autores representativos del Modernismo son Rubén Darío, quien renovó el concepto de la poesía inspirándose en poetas franceses, su máxima era defender la inspiración del poeta. Obras destacadas de Rubén Darío son: Azul, escrito en verso y en prosa; Prosas profanas y Cantos de vida y de esperanza. Esa defensa de la inspiración del poeta podemos relacionarla con la importancia del mundo interior del autor y del yo, Rubén Darío decía esta frase “Mi poesía es mía en mí”.

Otro autor destacado es Juan Ramón Jiménez, escritor peculiar que realizaba sus obras con una ortografía especial alejada de las normas ortográficas porque pensaba que las palabras le pertenecían a él como poeta. Su obra más importante es Platero y yo que es un diario íntimo en el que el poeta expresa los sentimientos que le provoca el paisaje andaluz, todos ellos reflejados en el burro Platero. Algunos especialistas consideran que, con esta obra, Juan Ramón Jiménez se introduce en un nuevo género: la prosa poética. Otra obra importante es Diario de un poeta recién casado, dirigida a un triple amor: su mujer, el mar y Estados Unidos. Podemos añadir como obra importante también Eternidades.



Ramón María del Valle-Inclán es considerado una de las figuras más importantes del Modernismo. Sus principales obras son: Sonatas, que son cuatro y cada una de ellas se refiere a un paisaje, una estación y una edad de la vida; La guerra carlista y Tirano Banderas. Pero sin duda su obra más importante es Luces de bohemia mas, esta obra, no pertenece propiamente al Modernismo y es una obra que escribió Valle-Inclán siendo ya bastante mayor. El modernismo es un movimiento, al igual que el Romanticismo, juvenil, por tanto, los autores conforme fueron cumpliendo años dejaron de lado el estilo modernista y comenzaron a escribir con mayor realismo. Luces de bohemia es una obra esperpéntica, es una deformación de España. En la obra aparece que, el esperpento, es más que la tragedia, porque la tragedia es demasiado noble para denominar así a lo que está sucediendo en España y a los españoles. Lo que sucedía en España es esperpéntico. Valle-Inclán realiza una crítica feroz a España y a los españoles a través de esta obra. En ella, por tanto, ya no aparecen características del Modernismo, referidas a la evasión, el mundo interior, la preocupación del yo… más bien observamos la preocupación y el pesimismo que el autor siente hacia España y sus habitantes. El esperpento es mirar las cosas más bellas reflejadas en un espejo cóncavo, el resultado es siempre deformidad y absurdo, por muy bellas que sean las cosas que se reflejan en ese espejo.

Otro autor modernista importante es Manuel Machado, estudió en la Institución Libre de Enseñanza, donde conoció a Rubén Darío. Su obra más netamente modernista es Alma.

A Antonio Machado se le “encasilla” habitualmente en la Generación del 98 pero posee alguna que otra obra que podemos considerarla modernista. Un ejemplo de ello es Soledades, que consta de cuarenta y dos poemas que se fundamentan en la evocación, vivir en el presente los recuerdos del pasado y recrear los sueños. En esta obra se funden el pasado, el sueño y el presente en una atmósfera simbólica y melancólica.
Para trabajar con niños de Educación Primaria solo considero adecuada la obra de Juan Ramón Jiménez Platero y yo. Por otra parte, creo que se debería hacer alusión a todos los autores pues son todos muy importantes y, relativamente, recientes. Son autores que, a mi modo de ver, los niños deben conocer. Al menos les debe sonar el nombre.

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La Generación del 98 es simultánea al Vanguardismo, no obstante, está muy influenciada por la pérdida de las colonias, en cambio, como hemos visto anteriormente, el Vanguardismo es un movimiento de evasión. Los autores de la Generación del 98 se preocupan por encontrar la verdadera esencia o alma de España, se sienten angustiados por el atraso, achacando los problemas del país a la pasividad e ignorancia del pueblo. Recurren mucho al tema de la historia porque es donde podemos encontrar las causas de la situación heredada. Pero no se refieren a la historia de forma grandilocuente sino desde el punto de vista del hombre común y de los acontecimientos cotidianos, lo que Unamuno denominó intrahistoria. Castilla y sus paisajes serán motivo de muchas obras. Observamos también cierto Existencialismo, aparecen temas como la vida y la muerte, el sentido de la vida y el paso del tiempo. El estilo es sobrio, no utilizan apenas recursos y muy preciso. El autor, al contrario que en el Realismo, olvida los detalles para dar una impresión fugaz (Impresionismo). Por lo tanto, la preocupación social y personal, no solo desde el punto de vista político sino también filosófico, marcan el estilo y la temática de los autores del 98.

Como apuntamos con anterioridad, pocos vanguardistas llegan a “viejo” siéndolo, es un movimiento juvenil que, cuando el autor va haciéndose mayor va poniendo “los pies en el suelo” y abandonando el Vanguardismo. En cambio, la Generación de 98 muestra autores maduros. 

Pío Baroja es un autor importante de esta época, escribe obras como: El árbol de la ciencia, Camino de perfección y La busca. En estas obras expone sus ideas filosóficas y su visión del ser humano y de la sociedad. Representan un mundo caótico donde los acontecimientos se suceden sin explicación racional siendo la única salida el suicidio. Estas tres primeras obras son las novelas de pensamiento de Baroja.

Podemos distinguir otro grupo, denominado novelas de acción, caracterizadas por su dinamismo y cuyo objetivo fundamental es el entretenimiento del lector. Destaca en este grupo Zalacaín el aventurero. 



Azorín es otro autor destacado, pretende que sus novelas sean reflejo de lo esencial de la realidad. Es el autor del detalle, a veces sus novelas son prácticamente ensayos porque son descripciones de ambientes y personajes sin argumento central sólido. En su primera etapa como novelista escribe una trilogía, plagada de elementos autobiográficos, compuesta por La voluntad, Antonio Azorín y Las confesiones de un pequeño filósofo.

Miguel de Unamuno escribió toda su obra de modo que gira en torno a su búsqueda de la verdad interior del ser humano. En el ensayo En torno al casticismo profundiza sobre el carácter nacional. Unamuno opina que el pueblo debe conocer su historia para conocer su personalidad, pero no se refiere a la historia que recogen los libros sino a la historia en que los protagonistas son seres anónimos que realizan la tarea diaria al margen del que gobierne, son los “seres intrahistóricos”. En la obra Del sentimiento trágico de la vida, que es su segundo ensayo, aparecen dos pensamientos, por un lado, la conciencia de la propia existencia y, por otro, el miedo a la no-existencia. Aquí observamos un Unamuno muy preocupado por su mundo interior, por su yo.

Unamuno también escribió obras narrativas que él denomina nivolas, en ellas este autor relata los dramas íntimos de sus personajes, atormentados por el ansía de inmortalidad. En Niebla Unamuno describe la técnica de las nivolas. En esta obra nuestro autor introduce un recurso novedoso, nunca visto antes. El protagonista de la historia se dirige a Salamanca para entrevistarse y pedir consejo al escritor Miguel de Unamuno. Los personajes de estas novelas están más vivos que sus propios autores, los personajes crean a los autores. El personaje quiere seguir viviendo, quiere decidir su propio destino y, el autor se enfada por esa osadía de su creación y le dice que lo “matará” esa misma noche. 



San Manuel Bueno Mártir es otra de las obras importantes de Unamuno y, es considerada, como el testimonio espiritual del autor. Se centra en la vida de un sacerdote que pierde la fe mas, no deja de subirse día a día al ambón para hablar de Dios a los demás pues, considera que la vida es muy dura y las personas necesitan algo que les dé esperanza.

Antonio Machado también puede ser incluido en la Generación del 98, es la etapa o grupo donde más se le suele encasillar y, verdaderamente, posee obras en las que podemos encontrar características propias de la literatura de los autores del 98. Un ejemplo de estas obras es Campos de Castilla, que supone la unión del poeta con la naturaleza y con el sentir del pueblo castellano. Con esta “revalorización” de lo castellano Machado no oculta el atraso que observa en la sociedad y lo expresa de este modo: “desdeña cuanto ignora, la España de la charanga y pandereta, que bosteza…”. Se considera a esta obra la primera con tintes noventayochistas.

Pienso que, de la Generación del 98, como mucho podemos nombrar a Antonio Machado en un aula de Educación Primaria, y hablarles brevemente de él. A mi modo de ver, de la literatura noventayochista no podemos incluir nada en Primaria pues, todos los temas son demasiado elevados para niños de esa edad, son preocupaciones existenciales, filosóficas, políticas y sociales que quedan fuera del alcance de niños que tienen de seis a doce años.

La Generación del 27 es un grupo de jóvenes escritores que surge tras la celebración del tercer centenario de la muerte de Góngora, son admiradores de este autor del Barroco, se muestran muy respetuosos con la tradición, son una síntesis entre tradición y Vanguardia, y muestran una gran inquietud por renovar el lenguaje poético. Es un grupo compacto, nacido de una amistad y unas experiencias comunes ya que, gran parte de los miembros estudiaron, vivieron o frecuentaron la Residencia de Estudiantes, que está en Madrid y era dirigida por Juan Ramón Jiménez.



Estos autores presentan diferentes tendencias poéticas y diferentes etapas. Por tanto, no puede hablarse de un estilo común, pero sí de gustos y “afirmaciones estéticas comunes”. No podemos hablar de unas características estéticas comunes al grupo. Los poetas del 27 presentan en sus obras las siguientes tendencias poéticas:

Poesía vanguardista: caracterizada por la acumulación de metáforas sin referente en la realidad. Se produce una repulsa hacia todo lo sentimental, lo trascendente y lo subjetivo. El poeta explora su yo por medio de lo inconsciente, lo onírico y lo ilógico, para ello emplea el ingenio y el humorismo, teniendo como antecedentes la poesía barroca y Ramón Gómez de la Serna. Conciben la poesía como experimento. Buscan un mundo real por medio de metáforas referidas a los adelantos técnicos, en esto observamos la influencia del Futurismo. Los autores que se vieron especialmente atraídos por las novedades vanguardistas son: Gerardo Diego y Pedro Salinas.



Poesía pura: elimina del poema todo lo narrativo y retórico, lo sentimental y, también, lo anecdótico. Quedándose únicamente con el sentido trascendente y absoluto de las cosas.

Neopopularismo: según esta tendencia, el poema es la expresión de un sentimiento personal, íntimo y vivido en primera persona. Es frecuente la aparición de ambientes naturales y paisajes. Los poemas son breves y repiten las formas tradicionales de la literatura popular como canciones, romances, sonetos…

Surrealismo: el poeta pretende acceder a una realidad superior, instintiva y primaria que libre al hombre de las ataduras y convencionalismos tradicionales, por esta razón, predominan las construcciones irracionales e ilógicas.

Neorromanticismo: el amor es el tema central expresado mediante la propia experiencia del poeta. La persona amada es idealizada hasta límites insospechados. Los poemas se entienden como fragmentos llegándose, en muchos casos, a prescindir de los títulos.

Poesía social: pretende un acercamiento a lo cotidiano y cercano. Consideran que la poesía debe ser “útil”, debe cumplir, por tanto, una función. Los temas se centran en lo humano, lo social, la lucha de clases, el paro…

Pedro Salinas, conocido como poeta del amor, pretende acceder a la esencia de las cosas y de las experiencias vitales. Sus versos son casi siempre cortos y sin rima, de aparente sencillez, pero que integran sentimiento e intelectualismo. Abundan las paradojas en su obra, mediante las cuáles demuestra gran agudeza. Obras destacadas de este autor son: Seguro azar, La voz a ti debida y Razón de amor.

Gerardo Diego fue creacionista en un primer momento, más tarde, integra en su poesía la clásica y vanguardista. Destaca en su obra: Imagen; Manual de espumas; El romancero de la novia, en el que observamos la influencia de la obra de Bécquer y Fábula de Equis y Zedra, que supone una recreación de la obra de Góngora.

Vicente Aleixandre es conocido como el poeta del Universo puesto que opinaba que el hombre, mediante la poesía, podía fundirse en plenitud o ser rechazado por el Universo. Su creación es una mezcla entre la tradición lírica española y el Surrealismo. Sus obras más destacadas son: La destrucción o el amor, obra neopopularista en la que la pasión amorosa se confunde con la pasión por una muerte liberadora; Pasión en la tierra, obra con tintes surrelistas y Sombra del paraíso.

Para Federico García Lorca “todo artista debe escuchar tres fuertes voces: la de la muerte, con todos sus presagios; la del amor y la del arte”. A pesar de ser una persona de carácter alegre, su poesía expresa tristeza, soledad y frustración. La imposibilidad de realización, el destino trágico, la angustia ante los enigmas del mundo y de la vida marcan toda su obra. Sus obras más importantes son: Romancero gitano, en la que el autor realiza una mitificación del mundo gitano y de los gitanos, marcados por la frustración o abocados a la muerte como él; Poema del cante jondo, expresa su dolor de vivir mediante el flamenco; La casa de Bernarda Alba y Poeta en Nueva York en el que nuestro autor refleja el fracaso amoroso y su preocupación por la sociedad mediante la expresión surrealista.

Dámaso Alonso es un estudioso de Góngora, pionero de la poesía pura. Su obra es sencilla y, en ocasiones, ingenua. Unas veces se dedica al juego lírico y, otras veces, muestra gran hondura religiosa. Influencias de Antonio Machado y Juan Ramón Jiménez. Sus obras más destacadas son: Poemas puros, poemillas de la ciudad; Hijos de la ira y Hombre y Dios que es un diálogo con el Creador sobre el dolor, la libertad, la injusticia y la muerte.

En Luis Cernuda observamos un sustrato romántico que contacta con el Surrealismo que le permitirá expresar su rebeldía y oposición a las normas morales y sociales. Su poesía sugiere dolor y melancolía. Destacamos entre su obra: Égloga, Elegía y Oda que supone una recreación de la poesía clásica; Los placeres prohibidos que es una mezcla entre el surrealismo y los problemas íntimos; Donde habite el olvido que significa un abandono del surrealismo para expresar de un modo sincero, desgarrado y personal su desolación y La realidad y el deseo.

Rafael Alberti es conocido como el poeta del mar. En un principio es optimista y neopopularista. Radicaliza sus posturas, tras una crisis personal, lo que le lleva al surrealismo y al compromiso político (Partido Comunista). En la poesía que escribe en el exilio observamos añoranza de España. Destacamos: Marinero en tierra, que nos muestra nostalgia de Cádiz mediante la lírica tradicional; Sobre los ángeles, obra surrealista en la que aparece un mundo caótico en que los ángeles representan la crueldad, la desesperanza… y Retornos de lo vivo lejano en la que observamos esa añoranza de España anteriormente citada.

Pienso que, en Educación Primaria, podríamos nombrar a los autores más destacados para que les vayan “sonando” como Lorca, Alberti y Cernuda y, quizá, en tercer ciclo podríamos leer algunos versos de alguno de estos autores y preguntar a nuestros alumnos si les ha gustado y qué creen que quiere decir el autor. A la segunda pregunta no le daríamos solución porque, nadie, está en posesión de la verdad acerca de la intención que el autor tenía, en qué estaba pensando o qué quería decir cuando escribió esos versos, por tanto, cada uno daremos nuestra opinión sin más.

Para el desarrollo del periodo de posguerra dividiré la literatura en cada uno de sus géneros y presentaré las tres etapas hasta la llegada de los años setenta, y la democracia, haciendo alusión primeramente al teatro, luego a la poesía y, finalmente, a la novela. 

La repercusión de la Guerra Civil sobre la poesía y la narrativa fue grande pero, lo fue mucho mayor en el teatro. A la muerte y exilio de autores y actores hay que añadir la censura. Por tanto, el teatro español, amordazado por la censura y por la pobreza de medios, sufrió uno de los mayores baches de su historia y se alejó de las corrientes teatrales europeas y mundiales. Es interesante destacar en estos años la labor de los TEU (Teatro Español Universitario) que fueron escuela de aprendizaje para futuros actores y directores.

Las salas de teatro de los años cuarenta se llenaron de espectáculo de evasión, muy del gusto del público burgués que acudía a los teatros. También se representaron, como no podía ser de otro modo, obras de contenido histórico-político que reforzaban la ideología y el entusiasmo de los vencedores de la guerra, exaltando el patriotismo, la Iglesia y la familia. Encontramos, en estos años, dos tendencias destacadas: la comedia benaventina y el teatro cómico.

En el caso de la comedia benaventina, se produce una defensa de los valores conservadores a veces con leves críticas tolerables. Prolongan la estructura teatral creada por Benavente, una construcción basada en la intriga, con predominancia de los diálogos sobre la acción. Un autor destacado de esta tendencia es José María Pemán con sus obras El divino impaciente, que es una comedia de santos, y Los tres etcéteras de don Simón.

El teatro cómico es quizá lo más valioso del momento. Miguel Mihura y Enrique Jardiel Poncela intentaron crear un humor de raíz surrealista, ilógico y corrosivo mas, pronto, tuvieron que plegarse a los gustos menos audaces del público.

Miguel Mihura opta por un humor intelectual, recibe el influjo de Ramón Gómez de la Serna, podemos destacar las siguientes obras: Tres sombreros de copa, Ni rico ni pobre sino todo lo contrario y Maribel y la extraña familia.

La idea de humor de Enrique Jardiel Poncela es “reírse frente a la realidad y sus adversidades” pero sin llegar a lo absurdo. Recibe influencias de las Vanguardias. Merecen ser destacadas: Cuatro corazones con freno y marcha atrás y Eloísa está debajo de un almendro.


En 1949 se produce un estreno fundamental: Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo. La obra planteaba problemas existenciales de actualidad, encarnados en unos personajes angustiados con los que el público se podía identificar. El éxito de esta obra animó a la creación de un teatro más crítico y cercano a las preocupaciones del momento, que es el teatro característico de los años cincuenta, un teatro de “protesta”.

La obra de Buero Vallejo significa una vuelta a una sociedad con problemas concretos y reconocibles, a un realismo crítico, que busca crear en el espectador una conciencia de la situación social y ética que se vivía. El espectador debía sentirse conmovido ante lo representado e impulsado a luchar por labrarse su propio futuro. En su teatro aparece el “efecto de inmersión”, es decir, el espectador conoce la realidad al mismo tiempo que el protagonista y se siente más identificado con sus conflictos. El mensaje humanista es lo que da grandeza a su teatro.

En los años sesenta se produce una renovación del lenguaje y de las técnicas dramáticas. Los autores se enfrentan a la incomprensión del público y la crítica. La nueva promoción de dramaturgos comparte rasgos propios del Realismo social. 

Destacan Fernando Arrabal y Francisco Nieva. El primero es creador de un teatro surrealista y provocador, entre su obra destaca: Cementerio de automóviles y Los amores imposibles.

Nieva produce un teatro del que se deduce una visión de la España negra, cercana a la de Goya, pero refinada con un humor sutil y mágico. Recibe influjos del Surrealismo y de la Vanguardia europea. Obras importantes de este autor son: El rayo colgado y Sombra y quimera de Larra.

Con respecto al teatro, podríamos llevar al aula alguna obra de Jardiel Poncela, como Cuatro corazones con freno y marcha atrás, que tuve el placer de representar en 4º de la ESO (represente a Emiliano), y es una obra con mucho humor que pienso que, adaptándola y leyendo algún fragmento puede gustar a nuestros alumnos. En cuanto al resto de obras creo que, difícilmente podríamos llevarlas al aula, no obstante, conozco bastante menos de ellas. Exceptuando Historia de una escalera de Antonio Buero Vallejo, que la considero muy elevada y con un trasfondo que, difícilmente, entenderían alumnos de Educación Primaria, sin embargo, quizá se podría citar y hablar un poco de ella, dado su importancia. 


En cuanto a la poesía de posguerra, comenzaremos con los años cuarenta, etapa en la que nos encontramos con un gran vacío causado por el exilio de los grandes poetas. La censura supone un obstáculo para la creación. Se suele agrupar a los poetas de esta época, coetáneos de Miguel Hernández, con el nombre de “Generación del 36”. Muchos de ellos continuaron escribiendo en el exilio, los que quedaron en España podemos “encasillarlos”, según palabras de Dámaso Alonso en: poesía arraigada y poesía desarraigada.


De Miguel Hernández podemos señalar que fue autodidacta, sus obras más importantes son: Perito en lunas, El rayo que no cesa, Elegía a Ramón Sijé y El hombre acecha.




La poesía arraigada es la de aquellos autores que se expresan “con una luminosa y reglada creencia en la organización de la realidad”. Debemos hacer alusión al grupo “Escorial” que realiza una poesía propagandística en oposición a la del bando republicano. Se basa en la vuelta al intimismo, el formalismo clasicista y el lenguaje sencillo. La revista “Escorial” era el órgano de expresión de la Falange.

Los “Garcilasistas”, que se reúnen en torno a la revista “Garcilaso”, que sustituyó a la anterior como órgano de expresión de la Falange, señalan como maestros de su poesía a Garcilaso y Quevedo. La temática gira en torno a los temas religiosos, el paisaje castellano y el tema amoroso visto desde los tópicos renacentistas.


La poesía desarraigada quedaría opuesta a la anterior, toda la creación se ve influenciada por Hijos de la ira de Dámaso Alonso. Aleixandre publica Sombra del paraíso. También hay una revista que acoge a todos los poetas de esta tendencia “Espadaña”, que anuncia una poesía contemporánea de acuerdo con las circunstancias reales y prepara la llegada de la poesía social, combatiendo la poesía “lujosa” de los 
garcilasistas. Es una poesía arrebatada de tono trágico, la religiosidad está muy presente pero adopta un tono de desesperanza y dudas. El estilo es bronco, directo y más sencillo. El léxico se hace “antipoético” debido a las características anteriormente citadas.


La poesía social de los años cincuenta supone la consolidación de lo que ha sido denominado como “realismo social”, la poesía debe “tomar partido” ante los problemas del mundo que la rodea. El acto de escribir poesía se entiende como un acto de solidaridad con los que sufren. Se trata el tema de España, pero de un modo más obsesivo aún que en la Generación del 98 y con un enfoque más político. Junto con el tema de España surgen otros como: la injusticia social, alienación, los anhelos de libertad… observamos que, el interés por los contenidos es mayor que el interés por los valores formales. Destacan dos autores con obras, que marcan un hito en esta época, ellos son: Blas de Otero y Gabriel Celaya. En la obra de Blas de Otero destaca: Pido la paz y la palabra; Ángel fieramente humano, en la que reflexiona sobre la fe y lo propia existencia; Redoble de conciencia y Que de España. Gabriel Celaya defiende la idea de una poesía no elitista, su obra más destacada es Cantos Íberos.

En los años sesenta nos encontramos con la poesía que ha sido denominada “Poesía de la experiencia”, años en los que comienzan a surgir nuevos poetas que representan la superación de la poesía social. Presentan rasgos comunes, como la influencia de los poetas sociales y de Antonio Machado, muestran inconformismo ante el mundo en que viven. La poesía se concibe como medio de conocimiento de la realidad, creando una poesía a través de la experiencia personal, se produce un retorno a lo íntimo. No obstante cada poeta termina por buscar un lenguaje personal. Autores y obras importantes son: Jaime Gil de Biedma con Compañeros de viaje; José Ángel Valente Poemas a Lázaro y Claudio Rodríguez Don de la ebriedad.

Considero que de la poesía de posguerra no puede llevarse nada al aula de Educación Primaria.

En cuanto a la novela, en los años cuarenta el único punto de conexión que existía con la narrativa anterior es Pío Baroja, sin embargo, junto con el realismo de Baroja comienzan a ensayarse nuevas fórmulas narrativas: novela psicológica, heroica, poética, simbólica…se trata de una poesía de búsqueda. La novela de posguerra es reflejo amargo de la vida cotidiana, enfocándolo desde lo existencial. Los grandes temas tratados son la soledad, la frustración, la muerte y la inadaptación. Los personajes suelen ser marginales, desarraigados y angustiados. La censura hace imposible cualquier tipo de denuncia de la situación real.



Destaca La familia de Pascual Duarte de Camilo José Cela y Nada de Carmen Laforet.


El realismo social llega con la década de los cincuenta. La sociedad deja de ser un marco para ambientar las novelas para convertirse en el tema mismo de la obra. Resulta fundamental, en esta nueva concepción de la novela, la publicación de La colmena, de 
Camilo José Cela y Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos. Posteriormente, y siguiendo esta línea, tenemos El camino, de Miguel Delibes.


El contenido de la novela tiene prioridad sobre las técnicas elegidas, se ha calificado a la novela social de pobreza técnica. Por tanto, la estructura del relato es también sencilla. El diálogo es fundamental en la novela social.

A partir de los años sesenta los autores comienzan a tener en cuenta las aportaciones de distintos novelistas extranjeros, totalmente desatendidos en épocas anteriores. Esta década supone también el descubrimiento de jóvenes autores hispanoamericanos como Julio Cortázar, Gabriel García Márquez o Mario Vargas Llosa. Aparece un cambio de perspectiva narrativa, a la vez que prolifera que el narrador se dirige a una segunda persona, como por ejemplo en la obra Cinco horas con Mario de Delibes. El desorden cronológico es otra de las características de la novela de esta época. Podemos destacar como autores y obras: Juan Benet con Volverás; Juan Marsé con Últimas tardes con Teresa; Torrente Ballester publica La saga/fuga de JB y Juan Goytisolo con Señas de identidad.

De la novela de posguerra podríamos leer algún fragmento de El camino de Miguel Delibes, simplemente para comentar cómo comenta el ambiente rural de la época, sin adentrarnos más en la obra pues, pienso que no es adecuada para niños de Educación Primaria.

En los años setenta el teatro recupera técnicas de vanguardia y lenguaje escénico. Entre las causas de esta recuperación podemos señalar el contacto de los autores con el teatro europeo que es posible debido a la apertura democrática. Durante esta década la vida escénica conoce una gran actividad en busca de formas creativas, renovadoras del teatro habitual en los escenarios. Observamos una serie de características como la estética de la sorpresa, la crítica social, la mayor libertad creativa que provoca la coexistencia de diferentes estilos. Podemos caracterizar dos grandes tendencias: el teatro de autor y el teatro colectivo.



El primero posee las siguientes características: predominio del teatro sobre lo escénico; ilogicismo; responsabilidad individual sobre los contenidos; preferencia por el lenguaje ceremonial; uso de efectos o bandas sonoras; efectos visuales…de esta forma, el teatro empieza a convertirse en espectáculo total.


En la segunda tendencia podemos observar la inclusión en el género de una serie de grupos de teatro colectivos que tienen la política de controlar todo el proceso teatral, desde la creación hasta la representación. En estos grupos percibimos la actitud crítica, con forma de parodia, con lo que conseguimos suavizar esa crítica y nos aseguramos mayor afluencia de público. El texto procede de la colectividad del grupo y se reduce al mínimo. El resto lo debe poner la improvisación de los autores-actores. De esta forma, este teatro marca un claro predominio de lo escénico sobre el texto, sin renunciar a rasgos vanguardistas como la amplitud del espacio escénico. Esa ampliación del espacio escénico conlleva la incorporación de elementos de otros géneros como el circo, la 
danza o el cabaret. Destacan como grupos teatrales, o compañías teatrales: Els Joglars, Tricicle, La cuadra.


Creo que, para trabajar en Educación Primaria, se podría programar una salida que consistiese en ver una representación teatral de cualquiera de estos grupos. Para ello deberíamos seleccionar una obra apropiada para niños de esa edad, que seguro que las hay, y pueden resultar muy divertidas para nuestros alumnos.

En cuanto a la poesía, destacamos la publicación en 1970 de la antología Nueve novísimos poetas españoles por José María Castellet. Se engloban en esta clasificación a los siguientes autores, nacidos entre 1939 y 1948: Manuel Vázquez Montalbán, Martínez Sarrión, José María Álvarez, Félix de Azúa, Pere Gimferrer, Vicente Molina-Foix, Guillermo Carnero, Ana María Moix y Leopoldo María Panero. No obstante, estos poetas no cubren todo el horizonte poético del momento, pero sí resultan significativos de una sensibilidad. Son todos poetas nacidos después de la Guerra y que recibieron “una nueva educación sentimental”, en la que tuvieron mucha repercusión ciertos “tebeos”, el cine, la televisión…en general los medios de comunicación. También toman contacto con libros antes difíciles de encontrar y sus frecuentes viajes al extranjero les ponen en contacto con las nuevas tendencias culturales. La unión de todo esto provoca el intento de creación de una vanguardia poética con inquietudes experimentales. Rechazan la tradición inmediata en búsqueda de poetas olvidados por la cultura oficial como Jorge Guillén y Vicente Aleixandre. Persiguen la renovación del lenguaje poético. Los temas tratados se refieren a “lo personal”, entran en juego temas como la infancia, el amor, el erotismo, y también a “lo público” (la guerra de Vietnam y la sociedad de consumo). Frente a la sociedad de consumo se muestran sarcásticos y corrosivos. Muestran su escepticismo sobre las posibilidades que tiene la poesía de cambiar el mundo. En lo personal y político son inconformistas y disidentes, pero como poetas persiguen metas estéticas. Lo que les importa ante todo es el estilo.

No creo que podamos utilizar en el aula ninguna obra, ni autor de los anteriormente citados.

En los años setenta, la novela comienza a ser el género más importante y se va a dividir en varios subgéneros: novelas de intriga, novelas generacionales, novelas históricas, novelas prolongadoras del realismo y novelas estilísticas.

En las novelas de intriga destaca Eduardo Mendoza, autor que comenzó una nueva narrativa interesada en contar historias sobre una base de intriga policíaca. Sus obras más destacadas son: La verdad sobre el caso Savolta y La ciudad de los prodigios. Otro autor importante es Manuel Vázquez Montalbán, entre su obra señalamos: El premio, Antonio Muñoz Molina y El jinete polaco. Arturo Pérez Reverte es otro escritor que posee entre sus creaciones novelas de intriga, La tabla de Flandes y La piel del tambor son las más nombradas en este subgénero.


En las novelas generacionales se muestran los problemas de un personaje con el que puede identificarse una buena parte de los lectores. Son relatos pesimistas, con la  frustración existencial como tema común. Sus protagonistas han alcanzado el éxito profesional, pero han fracasado en su vida privada. Un autor importante es Juan José Millás con su obra La soledad era esto, que retrata a esa generación fracasada, que ha sustituido las utopías y los ideales por dinero.

La publicación de novelas como El nombre de la rosa, de Umberto Eco y Memorias de Adriano, de Marguerite Yourcenar indica el auge de la novela histórica. A Juan Manuel de Prada, con su obra Las máscaras del héroe, se le considera como el autor revelación en este género. La obra es un “paseo” por la España de principios de siglo XX recreando personajes reales, especialmente, del mundo de la literatura. Su confirmación llegó de la mano de La tempestad, obra que fue Premio Planeta en 1997.

Las novelas prolongadoras del realismo no acostumbran a interesarse por los problemas sociales, pero se muestran ciertos aspectos históricos del presente o del pasado inmediato. Dada la imprecisión del concepto realismo, una novela histórica, generacional, de intriga…puede ser, de alguna u otra forma también, realista. En novelas prolongadoras del realismo, por tanto, podríamos aludir a aquellas obras que no encajan con claridad en ninguno de los subgéneros anteriormente citados. Julio Llamazares ha cultivado la novela rural. Destaca su obra: La lluvia amarilla; la soledad de hombre es tratada en Luna de lobos.

Por último tenemos las novelas estilísticas que se basan en el esmero lingüístico, con tendencia al barroquismo. Frente a la vocación comercial de otros subgéneros, este tipo de novelas parece aspirar únicamente a la captación del interés de una minoría selecta de lectores. Destaca Francisco Umbral, que tiende en sus novelas  a la evocación del pasado, un ejemplo es: Las señoritas de Avignon. Pero, su obra más importante no es precisamente una evocación del pasado, Mortal y rosa, que es una emotiva reflexión sobre la muerte de su hijo. Otro autor interesante es Javier Marías. Sus novelas son una mezcla de intimismo e intelectualismo, Corazón tan blanco, sus obras se caracterizan también por la atención a los pequeños detalles.

De esta etapa de la novela creo que no se puede trabajar nada en Educación Primaria.

Una vez que tenemos una base en historia de la literatura, parece obvio pensar que, gran parte de las obras que hemos visto no pueden “darse a leer” a niños de Educación Primaria. Parece que será necesario seleccionar o adaptar estas obras. Estas acciones no se realizan únicamente para niños de Educación Primaria sino que, como veremos más adelante, también son necesarias adaptaciones de determinadas obras para adultos.


Considero que es necesario ir haciendo diferenciaciones pues, seleccionar y adaptar no es lo mismo. Seleccionar es coger una parte de una obra, dejando de lado el resto, y utilizar únicamente esa parte seleccionada en el aula. En cambio, adaptar es adecuar un texto a unos criterios, unos receptores, unos requisitos y unos objetivos. 




Estas adecuaciones implican siempre una modificación de la obra. Las traducciones de un idioma a otro; cambiar de género dentro de la literatura; actualización lingüística, por ejemplo, cuando estamos ante una obra escrita en castellano antiguo, la adecuación del vocabulario al castellano actual es una adaptación. Sin embargo, en numerosas ocasiones incluimos o admitimos como adaptación los resúmenes y, estos, no son adaptaciones.

Encontramos diferentes tipos de adaptaciones: adaptación de la forma; adaptación de los contenidos o adaptación de ambas cosas. Un ejemplo de una adaptación de la forma es la traducción de una poesía de un idioma a otro. Siempre va a ser necesario cambiar el género, es decir, pasar de verso a prosa ya que, al traducir, la palabra que significa lo mismo en español que en inglés puede no rimar, por tanto, si somos fieles al contenido debemos variar la forma del texto.

En el caso de la adaptación de los contenidos podemos poner como ejemplo Don Juan Tenorio, si nosotros realizamos una adaptación de esta obra no es necesario especificar a los niños hasta qué punto llegaba el enamoramiento de Don Juan, hasta dónde llegaba con las mujeres, suavizaríamos algunos aspectos de la obra.

No obstante, hay otras obras en las que nuestra adaptación sería tanto en cuanto a la forma como al contenido.






¿Cómo hacer que conozcan obras de la relevancia del Quijote?

En clase se nos plantearon tres opciones para conseguir que los niños conozcan obras clásicas de la literatura, la primera opción es a través de una animación a la lectura, dando a conocer el libro; la segunda opción es dar a conocer las obras mediante la selección de fragmentos; la tercera opción consiste en buscar una adaptación.

A mi modo de ver, las tres opciones son igualmente válidas y adecuadas para trabajar en Educación Primaria, depende la elección únicamente del ciclo ante el que nos encontremos.

En primer ciclo utilizaría la animación a la lectura, la primera opción, dando a conocer el libro, hablándoles de él, mostrándole ilustraciones y leyéndoles algún fragmento breve. De esta forma despertaríamos en ellos el interés por la lectura y conseguiríamos que, al menos les sonase, el nombre de esa obra clásica que pretendemos que conozcan. Sería conveniente utilizar actividades y estrategias no del todo literarias pero sí muy útiles para el fin que perseguimos, que al menos les suene el nombre y sepan algo sobre la obra.

En segundo ciclo utilizaría la segunda opción, presentaría a los alumnos una selección de fragmentos de la obra, que leeríamos todos juntos en clase. También podríamos utilizar estos fragmentos para hacer pequeñas representaciones en el aula.


En tercer ciclo llevaría a cabo la tercera opción, es decir, buscaría una adaptación que considerase adecuada para mis alumnos y la leeríamos. Podríamos, al igual que en 
segundo ciclo, hacer una representación de toda la obra o de un fragmento de ella. También se podría llevar a cabo un mural y colocarlo en los pasillos a modo de resumen visual de lo que hemos leído previamente.