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viernes, 23 de diciembre de 2011

maestros "de raza", nacidos para enseñar

He de reconocer que ha sido posiblemente uno de los temas que más me ha costado hacer, la teoría no sabía muy bien cómo enfocarla y me ha sido difícil encontrar información realmente válida para el tema. Las actividades pensé que me costaría más llevarlas a cabo, en cambio, me han resultado más asequibles de lo que nunca hubiera imaginado. Además me he dado cuenta que, una vez que te pones a escribir me van “saliendo” las ideas solas, sin necesidad de pararme mucho tiempo a pensar y ponerlas por escrito no me ha resultado difícil, al menos no tanto como, en un principio, pensé.

Creo que un maestro debe ser capaz de manejar el lenguaje y de crear un texto breve en prosa, un poema en verso y un diálogo teatral breve. Esto demuestra imaginación, manejo del lenguaje y creatividad, características que todo maestro debe poseer. Deberían exigirnos el desarrollo de todas estas habilidades de una forma más continuada porque, verdaderamente, son necesarias para el desempeño de nuestra profesión. En muchas ocasiones estudiamos una serie de contenidos que no tienen una “utilidad” práctica tan evidente como otros que pasamos por alto. Es más, considero que sería una buena forma de evaluar de algún modo qué personas sirven para la profesión y cuáles no. Pienso que es de agradecer que alguien te diga que no vales para algo, que te lo diga a tiempo y puedas optar por otra opción de futuro, no creo que sea positivo en absoluto que la gente vaya pasando de curso, personas que es evidente que no sirven para el tema y que terminen siendo maestros, sabiendo de antemano que no valen para la profesión.

Sin embargo, considero que esto no es culpa del profesorado, es culpa de cada persona. Haciendo las actividades propuestas durante la carrera todos vamos dándonos de algún modo cuenta de sí esto nos gusta o no, sí queremos dedicar nuestra vida a esta profesión o no. Creo que, en última instancia, es responsabilidad del alumno de magisterio la decisión de no continuar con la carrera si realmente no le gusta o, a través de las actividades y las asignaturas, termina descubriendo que no es lo suyo. Pienso que todos nos conocemos a nosotros mismos y sabemos que se nos da bien y que se nos da menos bien. Estas actividades considero que, al igual que alguna otra que hemos llevado a cabo durante el desarrollo de la asignatura, como la actividad del bloque 4, nos ayudan a estudiarnos a nosotros mismos, a analizarnos y ver si realmente valemos para ser maestros o no. Quizá soy muy duro pero hay una serie de cosas que debes manejar si quieres ser maestro, y hay personas que tienen esas cualidades y no necesitan trabajarlas y, hay otras, que no las tienen y necesitan ejercitarlas. Pero, lo que es indudable, es que son necesarias para ser un buen maestro. Saber diseñar una serie de actividades para trabajar la lectura en el aula, tener la imaginación suficiente para ello y para escribir pequeños textos en prosa, verso o género dramático, esas cosas debe saberlas hacer un maestro y, si no las sabemos hacer, tenemos el deber moral o ético de aprender, de practicar hasta que seamos capaces de hacerlo sin esfuerzo.


La imaginación y la creatividad, junto con la frescura y la diversión son elementos fundamentales que deben caracterizar a un maestro y que, al redactar un texto del tipo que sea debe verse, deben leerse estas cualidades entre líneas. Una persona que es maestra lo es en todo lo que hace. Ser maestro no es como una persona que trabaja en algo dónde tú cumples tu horario y terminaste, ser maestro es más que un trabajo, que 
una profesión, es una actitud, son unas gafas con las que miras todo lo demás, todo lo que te rodea. Creo que es el momento de crear maestros “de raza”, maestros que sienten su profesión y que han nacido para ello, que les gusta, que lo viven, que tienen frescura y sobre todo que aman la educación y a sus alumnos.
  

mis creaciones :)

Prosa.
Aquel no era un día cualquiera, doña Consolación se levantaba como cada día pero sabía perfectamente que día era, el viejo reloj despertador que lucía en su mesilla parecía susurrárselo al oído: Consolación…hoy es día 24 de diciembre… Eso llenaba de alegría a la anciana, porque estamos hablando de una persona de noventaidós años, ¡qué se dice pronto! Doña Consolación se levantó despacito de la cama, con cuidado para no hacerse daño, una vez que estaba de pie, comenzó a caminar lentamente, ella siempre decía que era para engrasar los huesos, no andaba desencaminada pues al cabo de pocos minutos ya podía moverse casi con la misma agilidad que una mujer de veinte años, o más.


Sacó la leche de su viejo frigorífico y la echó en el cazo para calentarla, no le gustaban los microondas porque decía que calentaban solo el recipiente. Después de desayunar, se vistió y salió a la calle, ¡era una fría mañana! Pero el sol comenzaba a calentar y, según las previsiones que iba haciendo en su cabeza, a “media mañana” haría una temperatura estupenda. Consolación no podía dejar de pensar en que, aquella noche, iría a cenar a casa de su hija, su yerno y sus nietos. Estaba deseando de que llegase el momento en el que sonase el timbre y ella contestase: “¿Quién es?”, aún sabiendo perfectamente quién era y su nieto respondiese con voz fuerte: “soy yo abuela, baja rápido que tengo el coche en doble fila”. La mujer fue a misa, pues era de misa diaria, y allí conversó un ratillo, por supuesto después de la misa, con sus amistades y el señor cura. Decir señor cura le hace mayor pues era un joven de unos, no llegaría a treinta años, al que todas las abuelas del barrio le tenían casi como un hijo, no había día que no le llevasen comida, fruta o alguna cosa que él agradecía tímidamente. Era una persona amable y cercana, tímida, pero de gran capacidad para atender a las personas mayores, habilidad necesaria para ser sacerdote en la actualidad. Pero bien, volvamos a nuestra señora Consolación, después de la misa, fue a dar su paseo porque no pensemos que con noventa y dos años no caminaba la mujer, se daba su paseo de dos horitas, a paso lento, pero le valía para entretenerse y hablar con la gente en la calle, la anciana Consolación era una eminencia en el barrio, era conocida por todos pues, a todos había hecho favores en los años duros de después de la Guerra Civil. Ésta es una razón por la que era conocida, la otra y fundamental era porque había sido maestra en el colegio del barrio, cuántas personas de cuarenta y cincuenta años la paraban por la calle con esa pregunta de “¿Doña Consolación se acuerda usted de mí?”. A lo que la mujer, sin la menor doblez, contestaba unas veces sí y otras no. Cuando contestaba “no” añadía siempre la misma coletilla, educada y humilde a la vez, “lo siento hijo”. Y enseguida preguntaba: “pero dime ¿quién eres? Refréscame la memoria, ¿te di clase?”. Y así día tras día era saludada por más de veinte o treinta personas en su largo paseo si lo medimos en tiempo, corto si lo medimos en distancia. Llegó la hora de comer y la anciana Consolación comió y se “echó” su siesta, tasada como siempre, una hora, nunca más de eso. Al levantar de la siesta su reloj marcaba las cinco, su nieto quedó con ella en recogerla a las siete, por tanto, tenía aún dos horas para arreglarse, peinarse, coger su bastón de las grandes ocasiones y esperar sentada frente a la puerta a que el timbre 
sonase. Pensaréis que aburrida esta mujer, se sentaba ante la puerta y no ante la televisión, sí, así es, pero no os he dicho un detalle: se sentaba ante la puerta con la radio puesta, ¡cómo le gustaba escuchar la radio! Pues bien, eran las cinco cuando se levantó de la cama y fue hacia la cocina a merendar porque, las personas mayores también meriendan y ¡no cualquier cosa! Cogió la cafetera que su hija le regalo el año anterior por su noventa y un cumpleaños y se hizo su café, al que añadió un poquitín de leche. Ese rico “café cortado” lo acompañó con dos galletas sin azúcar, es que tenía el azúcar un poquitín alta pese a que era delgada como un saltamontes. Terminó de merendar y se fue a vestirse a su cuarto, bueno ella lo llamaría alcoba pero para que nos entendamos a su cuarto, una vez que se puso su traje de chaqueta de los domingos, sus pendientes de piedrecitas, como ella los llama, y el collar que le regaló su marido. Se peinó y maquilló un poquito y ya estaba lista para esperar al puntual de su nieto, que siempre llegaba cinco minutos antes de la hora que decía, no obstante eran las seis en punto, tenía una hora para escuchar su programa favorito en la radio Las tardes de Irune, en el que contaban bonitas historias folclóricas, o de toda la vida según la señora Consolación, que le recordaban a su etapa de maestra en el colegio “Enrique Jardiel Poncela”. Cuando más interesante estaba una de las historias en la radio y más concentrada estaba nuestra protagonista sonó el timbre, era su nieto seguro, eran las siete en punto, no podía ser otro, no obstante descolgó el telefonillo y dijo con voz enérgica y un acento andaluz difícilmente disimulable: “¿Quién es?”, a lo que una voz grave respondió: “Soy yo abuela, baja que tengo el coche mal aparcado”, una sonrisa se dibujó en la cara de doña Consolación…¡es Navidad!

Verso.
Estamos en Navidad
¡Qué gran felicidad!
Preparando nuestro corazón
Para esta gran ocasión
Recibimos con cariño a todos los invitados
Y esperamos que todos estén encantados
La alegría de esta noche
Debe acompañarnos siempre
Y pensar en aquella gente
que no tiene tanta suerte
en estos momentos pensamos
en aquellos más necesitados
y también les deseamos
que sus sueños se vean realizados.

Diálogo teatral.
Aparecen en la escena doña Emilia y Pedro, cada uno a un lado de la puerta. Doña Emilia es una señora mayor, de unos ochenta años que es la abuela de Pedro, un joven estudiante de magisterio.

Riiingggggg

Doña Emilia: “¿Quién eeeee?” (con un acento andaluz difícilmente disimulable).

Pedro: “Santa Lucíaaaa”

Doña Emilia: (hablando para sí) pero si Santa Lucía ya ha venido este mes…

Desde dentro de la casa suena la voz de don José, el marido de Doña Emilia y abuelo de Pedro.

Don José: “¿Quién eeeee?”

Doña Emilia: “Santa Lucía han dicho, ¡cállate!” (dirigiéndose a su marido).

Don José: “Pero cómo va a ser Santa Lucía si ya han venido este mes a pasar lo del seguro mujeeeeeer”

Doña Emilia: “Ave yo que sé” (contesta a su marido mientras abre la puerta)

Pedro: “¡Qué pasa abuelaaa! Siempre picas ¡eh! Anda que…”

Doña Emilia: “Me cachi en ti ¡eh!, con que Santa Lucía…” (dice doña Emilia a su nieto riéndose).

Pedro entra en la casa hasta llegar a su abuelo…

Don José: “Pero hombre niño, ¿cómo engañas así a la abuela?” (que se lo toma con humor aunque no tanto como su mujer)

Pedro: “Si es que abuelo siempre se lo cree”

Doña Emilia: “¡Cómo no me lo voy a creer! Si dicen Santa Lucía pues…Santa Lucía será…hombre a mí me extrañaba porque estuvieron aquí el otro día…”

Don José: “Y encima vienen cobrando más, que nos han subido ya la cuota de lo de los muertos a cuarenta y cinco euros mensuales”

Pedro: “A ver abuelo…está la vida muy mala”

Don José: “Sí que lo está sí, se está poniendo el muuuundooo, que yo menos mal que me voy a morir pronto, pero hay que tener mucho cuidado y muchas precauciones, te lo dice tu abuelo que tiene más experiencia”

Pedro: “Ya abuelo…es verdad”

Doña Emilia: “Voy a sacarte algo para tomar” (se va por el foro).

Don José: “Sí sácale lo que él quiera, si está casa ya sabes que es tuyaaa”

Pedro: “Ya ya lo sé abuelo…y bueno sabéis algo de Barcelona o del pueblo”

Don José: “Ave pues ná…que están bien y ya está”

Volviendo doña Emilia

Doña Emilia: “Esta mañana ha llamado la tía Rafaela y dice que están bien y del pueblo hace ya unos días que no sabemos ná…no sé si estarán bien o cómo estarán…a ver si llamó un día”

Don José: “No señora que llamen ellos que siempre llamamos nosotros, que ya está bien con tal de no gastar son capaces de no saber ná de nosotros en tol año”

Doña Emilia hace burlas a su marido.

Pedro: “Pues el otro día estuve hablando con el primo y dice que están bien y que hace mucho frío en el pueblo así que esta Navidad vamos a tener que abrigarnos”

Don José: “Nosotros no creo que vayamos niño porque ando pachucho de lo mío y no tengo muchas ganas de moverme la verdad…”

Doña Emilia: “Sí niño nosotros nos quedaremos aquí, vosotros ¿cuándo os vais?”

Pedro: “Pues nos iremos el treinta para pasar allí la Nochevieja y eso… de todos modos en Nochebuena ya sabéis que venís a casa”

Doña Emilia: “Sí, si Dios quiere y abuelo puede ir, iremos pallá”

Pedro: “No venimos nosotros a por vosotros, no os preocupéis que pasamos con el coche y así no tenéis que ir andando con el frío y demás”

Don José: “Eso me parece mejor” (riéndose)

Doña Emilia: “Oye niño y cómo van tus amigos del pueblo Eloy con el trabajo, Aitor, el Cano…”

Pedro: “¡Van bien abuela! Eloy sigue trabajando en lo suyo y le va bien, Aitor estudiando y el Cano ahí anda que le han llamado me dijo de una empresa de “La Lancha”, un pueblo que está yendo para Córdoba”

Doña Emilia: “Pues a ver si tuviera suerte…”

Don José: “Suerte no, trabajo. Hincar los codos y trabajar eso es lo que a mí me gusta y lo que vale”

Pedro: “Pues sí…bueno me voy a ir yendo que tengo que hacer cosillas por casa, llama esta noche para decir a ver que le da el azúcar al abuelo” (dirigiéndose a doña Emilia).

Doña Emilia: “Sí yo llamó no te preocupes”

Se levanta Pedro y da un beso a sus abuelos.

Don José: “Bueno niño sé bueno y ya sabes…el que algo quiere algo le cuesta”

Pedro: “Ya ya abuelo…”

Doña Emilia: “Bueno niño ten cuidaíto”

Pedro: “Sí abuela no te preocupes” (acercándose ya hacia la puerta seguido por Doña Emilia).

Se escucha a Don José desde dentro.

Don José: “Sobre todo con el cocheeeee”

Pedro: “Sí abuelo, adiós abuela”

Doña Emilia: “Adiós niño…jo parece que has daó otro estirazón, estás más alto”

Pedro: “No sé abuela” (contesta riendo)


¿Cómo crear? :S

La Escritura Creativa (literatura) se diferencia de la escritura informativa en que tiene como finalidad el gozo estético. Su propósito principal es deleitar y conmover; contrario a la Escritura informativa, cuya finalidad es la de comunicar el dato objetivo en la forma más precisa posible. De ahí que la literatura se caracterice por su lenguaje subjetivo, ambiguo y lleno de imágenes evocativas. La Escritura Creativa es, por lo tanto, un intento de expresión de la persona. La enseñanza de la Escritura Creativa, debe tener como meta, el que los niños, disfruten al expresar su visión de mundo y sus sentimientos por escrito. La finalidad estética deberá prevalecer sobre cualquier consideración didáctica, aunque esta finalidad estará presente. La escritura será verdaderamente creativa, en la medida en que se le dé al niño plena libertad para expresarse, y él sienta que al producto de su imaginación y fantasía, se le otorga la misma credibilidad y respeto que le otorgamos a lo que acontece en el mundo real.


Creación en prosa.
Primeramente sería conveniente definir qué es la prosa. La prosa es la forma ordinaria del lenguaje, no sometida a las leyes de la versificación ni del ritmo, es la estructura que toma naturalmente el lenguaje para expresar conceptos. Dicha forma no está sujeta a determinadas medidas o cadencias. La prosa es el modo natural que adopta el hablante para comunicarse, es nuestra forma habitual de expresión. 
Algunos consejos o estrategias para escribir prosa son:

-Leer en voz alta todo lo que has escrito es un excelente ejercicio que ayuda a descubrir las pausas, flujo, naturalidad y coherencia de las ideas en un relato.

-La aliteración o repetición de algunas palabras, a veces sirven para agregarle más poder a la escritura. Sin embargo, cuando son utilizadas sin cuidado ni medida, pueden leerse juveniles, torpes y embarazosas.

-Mejorar la ortografía. Una mala ortografía denota pereza y generan la mala impresión entre quienes te leen.

-Evitar las oraciones excesivamente complejas o demasiado largas para que el texto no termine resultando confuso e incoherente.

-Evitar el exceso de puntuación (especialmente con las comas). Un texto se lee mejor cuando lleva una puntuación limpia, breve y bien empleada.

-Practicar ejercicios de escritura libre. Muchas veces escribir todo el torrencial de tus ideas y emociones tal y como las sientes, puede ayudar a descubrir tu propio ritmo y estilo.

-Escribir en un lenguaje que evoque sentimientos, proyecten una idea específica, tengan humor, delicadeza, conlleven emociones sutiles y evoquen imágenes nítidas (sin caer en lo cursi y estúpido).

-Familiarízate con sinónimos, antónimos y demás palabras que le den elegancia, inteligencia, profundidad y clase a tu escritura, evitando caer en lo rebuscado.

-No te preocupes si tu “estilo” no es del agrado de alguna gente. Escribir es un arte y muchas veces lo que pudiera ser considerado demasiado corriente para ti, en otras personas inspira interés en leer. Date tiempo para descubrirte. La naturalidad y personalidad de un escrito es lo más importante, el resto vendrá después.

-Lee, lee y lee… entre más estilos, libros y autores conozcas, mas aprenderás a distinguir la diferencia entre un “buen escritor” y un “mal escritor” o un escritor mediocre. Aplica esos ejemplos y fíjate muy bien en no cometer los mismos errores. 


Las anteriores son algunas estrategias para hacer prosa pero, no debemos olvidar que, escribir es una pasión, un reto del ingenio, una creación que se va haciendo con la cabeza y con las manos. Cuando escribimos vamos uniendo palabras que acaban formando frases, se consiguen párrafos y con unos cuantos signos gráficos  se consigue  hacer un pequeño milagro, expresar algo, ideas, sentimientos… eso es lo más importante en la escritura, ya sea en prosa o en verso. Tener algo que expresar, que narrar, que poner por escrito para que otros lo lean o para, simplemente, que permanezca.

Escribir es un arte creativo. Podríamos decir que, escribir es al intelectual, lo que la didáctica al maestro o pedagogo, la escena al actor, la cumbre al alpinista… es algo extrínseco pero muy arraigado en él, tanto que termina siendo una cualidad intrínseca, que nace de dentro.

Así mismo, el escritor tiene algo de misterioso, posee la capacidad de meter en una hoja en blanco o en una pantalla de ordenador una serie de historias e ideas con la suficiente claridad que provoca que el lector mantenga la atención en ese texto, que dé parte de su tiempo personal en leer lo que “Fulano de Tal” ha escrito.

El escritor es un creador, aporta algo que antes no existía. Y esto, de alguna u otra manera lo hacemos todos los alumnos cuando redactamos un trabajo, una reflexión, o planificamos una actividad, estamos creando nuevos escritos y materiales que antes no existían y contando con una persona que empleará parte de su tiempo en leerlo y, en este caso, no solo leerlo sino también corregirlo.



Por tanto, todos de un modo u otro somos escritores. En una de las fuentes consultadas se argumentaba que para escribir prosa, verso, para escribir literatura tienes que poseer una serie de capacidades innatas, que no se aprenden. Yo comparto esta idea solo en parte. Pienso que, obviamente, hay una serie de habilidades innatas pero no creo que si no las posees no puedas escribir o desarrollarlas más tarde. Hay muchísimos talleres de escritura creativa que sugieren técnicas y estrategias para poder escribir de modo artístico y creativo quizá, acudiendo a estos talleres, no conseguirás escribir como la persona que posee esas características innatas pero podrás hacerlo de un modo aceptable. Por tanto, concluiré diciendo que no estoy del todo de acuerdo con esa afirmación.

Creación en verso.
Para escribir en verso debemos tener en cuenta una serie de características que lo diferencian y lo hacen más complejo que la prosa. Esas características especiales crean un ritmo y musicalidad especiales en esta forma de contar las ideas y experiencias del autor. Ahora vamos a conocer algunas de estas características diferenciadoras del verso. Primeramente debemos diferenciar entre verso, estrofa y poema. El verso es cada línea de un poema. La estrofa es un conjunto de versos relacionados por la medida y la rima. El poema es toda composición poética que esté formada por versos.

Poema de Miguel Hernández
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Llegó con tres heridas:
la del amor,
la de la muerte,
la de la vida.
Con tres heridas viene:
la de la vida,
la del amor,
la de la muerte.
Con tres heridas yo:
la de la vida,
la de la muerte,
la del amor.

Toda esta composición sería el poema. Cada conjunto de cuatro versos es una estrofa. El verso es cada una de las líneas del poema. Por tanto, diríamos que el poema anterior tiene doce versos y tres estrofas.

Otro aspecto que debemos conocer antes de hacer poesía es la métrica. Dentro de ella encontramos la medida y una serie de normas que la “regulan” o condicionan. Medir un verso consiste en contar sus sílabas, pero también debemos tener en cuenta la sinalefa, que consiste en formar una sílaba con la última vocal de una palabra y la primera vocal de la siguiente. Cuando una palabra termina en vocal o en /y/ y la siguiente palabra empieza en vocal, en /y/ con sonido de vocal o en /h/ muda, se produce una fusión de 
las dos sílabas por lo que, para el cómputo de sílabas poéticas, se contará una menos de las que tiene gramaticales.

Otro aspecto a tener presente es que, cuando la última palabra del verso es aguda, debemos contar una sílaba más. En cambio si la última palabra del verso es esdrújula, tendremos que restar una sílaba.

Tres elementos que sería bueno nombrar, en relación con la métrica, son la diéresis, la sinéresis y el hiato.

La diéresis es la licencia poética por la que se deshace un diptongo cuando queremos obtener una sílaba más en el verso para lograr una métrica armoniosa. Para indicar dónde hemos producido la diéresis poética, colocamos sobre la vocal correspondiente, que siempre debe ser una vocal débil, los dos puntitos idénticos a la diéresis gramatical.

La sinéresis es justo lo contrario a la diéresis. Se da cuando dos vocales que no forman diptongo normalmente, se pronuncian como si lo formaran, con objeto de restar una sílaba al verso.

El hiato es la licencia poética que hace el efecto contrario a la sinalefa.

Otra característica importante de la poesía es la rima, que consiste en la semejanza entre dos sonidos que se da a partir de la vocal tónica de la última palabra de cada verso. Ésta puede ser asonante o consonante. La rima asonante se da cuando la repetición solo afecta a las vocales. La consonante si se repiten vocales y consonantes en el mismo orden.

Los versos pueden ser de arte menor o mayor. La distinción la encontramos fijándonos en el número de sílabas, siendo los de arte menor los versos con ocho sílabas o menos y, los de arte mayor, los que poseen nueve o más sílabas.
En relación con este punto sería interesante estudiar cómo se nombran a los diferentes versos en función de su número de sílabas: bisílabos (dos sílabas), trisílabos (tres sílabas), tetrasílabos (cuatro sílabas), pentasílabos (cinco sílabas), hexasílabos (seis sílabas), heptasílabos (siete sílabas), octosílabos (ocho sílabas), eneasílabos (nueve sílabas), decasílabos (diez sílabas), endecasílabos (once sílabas), dodecasílabos (doce sílabas), tridecasílabos (trece sílabas), alejandrinos (catorce sílabas).


Creación dramática.
La obra dramática posee una estructura especial, está construida en forma particular y propia. Está dividida en actos, que normalmente son tres y sirven para separar los momentos dentro de la historia. En cada acto se presenta una especie de capítulo distinto, que nos muestra cómo va desarrollándose la historia. Dentro de cada acto pueden encontrarse distintos cuadros. El cuadro se genera cuando hay un cambio de escenografía, cuando el lugar donde se desarrolla la acción es distinto. Si la acción se está desarrollando en un parque y, continúa en el interior de una casa, ha comenzado un nuevo cuadro, hemos hecho un cambio de cuadro. Otra división dentro de los actos son las escenas, que comienzan o terminan cuando un personaje entra o sale del escenario. Todas estas divisiones no son obligatorias, no tienen por qué aparecer en todas las obras dramáticas. Hay obras escritas en un solo acto o autores que no marcan los diferentes cuadros o escenas de sus obras. Hacer estas divisiones en las obras tienen por objeto ayudar al posible director de la obra teatral, al igual que a los actores. Es a éstos a los que les servirán como guía para cuando realice el montaje de la obra dramática. En las que no lo tienen, el director debe inferir en qué momentos hay cambios de cuadro y escenas.

El lenguaje es otro de los elementos importantes que debemos tener en cuenta en la creación de una obra dramática. El lenguaje puede ser muy variado y, dependiendo del objetivo que queramos cumplir, será de una manera o de otra. Dentro del lenguaje podemos hacer alusión al parlamento, éste consiste en las conversaciones que mantienen en escena los diferentes personajes entre sí, o dirigiéndose al público, es en definitiva, lo que los personajes dicen. Este parlamento puede, efectivamente, consistir en un diálogo o mediante un monólogo, en el que el personaje habla para sí mismo en voz alta. Otro recurso es el “aparte”, en el que un personaje habla como pensando que los demás no lo escuchan, es como si hablara únicamente para el público y el resto de personajes no le pudiera oír. Éstas también son denominadas convenciones teatrales.


El texto teatral o dramático no es un texto con validez por sí mismo, como ocurre con la poesía y la novela. Está pensado y escrito como texto para la representación, independientemente de que sea o no representado. El autor desaparece, cediendo la voz a sus personajes, que deberán ser interpretados por actores, con vestuario, escenografía, "atrezzo", iluminación, música, efectos... siguiendo las indicaciones del dramaturgo.


Los maestros y todas las personas del ámbito educativo siempre buscamos hacer algo nuevo e innovador en el aula, hacer nuestras clases más productivas y dinámicas, tratando de conseguir la participación y el interés de todos los alumnos. Un buen recurso para conseguir esto es el teatro escolar. Hacer una obra de teatro significa muchas cosas: esfuerzo, preparación, dedicación y muchas horas… pero los resultados valen la pena. Con la realización de una obra de teatro, se puede fomentar y trabajar muchas cosas con los niños. Podríamos comenzar con la buena comunicación, división de tareas, compañerismo, trabajo en equipo como grupo/clase, pérdida del miedo escénico, práctica para hablar en público, imaginación, capacidad de ponernos en el lugar del otro, la creatividad…

Por otra parte, seleccionar correctamente la obra de teatro es tarea del maestro y es de suma importancia. Podemos escoger una obra de teatro que se relacione con algún tema 
en especial y, de este modo, trabajar algún contenido curricular de un modo diferente, ambientándonos e investigando sobre una época determinada, o aproximándonos a un tema en concreto. Para ello, el maestro debe poseer una buena capacidad para relacionar conceptos y de ser capaz de trabajarlos unidos en el aula. También debe poseer la suficiente cultura teatral y literaria como para seleccionar correctamente la obra a llevar a cabo en el aula conforme a una serie de objetivos.  

Otra alternativa es que el guión de la obra lo realicemos en el aula, entre todos los alumnos o contando, si fuera posible, con la colaboración de los padres y otros profesores. De esta forma, nuestros alumnos podrán sentirse más partícipes de la obra, como autores de la misma y no solo como actores. De este modo, no será la obra de otro autor o una obra impuesta desde fuera sino que, será la obra que nosotros habremos creado.
Pienso que el teatro puede llevarse al aula en cualquier momento de la escolarización siempre que adaptemos la obra a la edad y las circunstancias de nuestros alumnos.


Creación de un libro.
Primeramente a la hora de escribir un libro debemos tener claro ¿por qué estamos escribiendo o vamos a escribir ese libro? Responder a esa pregunta nos aportará seguridad para continuar con la tarea, debemos tener una intención clara, qué pretendemos con ese libro, a quién va dirigido, todas estas preguntas deben estar respondidas, debemos marcarnos un objetivo, una meta al comenzar a escribir un libro. También en el momento de crear no debemos ceñirnos a una serie de páginas mínimas o máximas, debemos crear únicamente, pensar en transmitir las ideas que queremos, expresar lo que deseamos sin prestar atención a la extensión. Nuestro trabajo debe ser cumplir con la intencionalidad y los objetivos que nos hemos marcado, ocupen lo que ocupen.


Eduardo Martínez Rico escritor y profesor de la facultad IE Universidad puede arrojarnos algo más de luz sobre cómo escribir un libro. En opinión de este autor, un libro solo se escribe si es una prioridad para uno mismo. Si estamos rodeados de cosas más importantes que nuestro libro, nunca lo escribiremos. Un libro es una amante celosa y absorbente, en palabras de Martínez Rico, y solo lo acabaremos si le dedicamos todos nuestros pensamientos, debemos convertirlo en una obsesión que nos acompañe a todas partes porque las ideas no surgen solo cuando estamos delante del ordenador sino que pueden darse en cualquier sitio. Para nuestro autor es muy importante avanzar en su libro todos los días, escribir algo, aunque sea poco, porque de esta forma siente que el libro está en marcha, que va creciendo. La creación de una obra si la abandonamos unos días, semanas o un mes es posible que nunca volvamos sobre ella. Un libro abandonado, en palabras de Martínez Rico, es muy difícil de recuperar.

Nos recomienda no perdernos demasiado en la fase de documentación pues, lo que hay que hacer es precisamente escribir el libro. aunque también deberemos optar por un término medio, si no tenemos nada que decir, a no ser que tengamos un estilo deslumbrante, no interesará nada de lo que escribamos. Un libro hay que cogerlo por los cuernos, según el profesor, y lanzarnos a escribir palabra por palabra, frase a frase, página a página, y si todo va bien veremos cómo avanzamos. Es muy útil hacerse un índice provisional, sobre lo que queremos escribir y contar, e ir llenando los títulos del índice con lo que vamos diciendo. Pero debemos a la vez ser flexibles, si hay que crear un capítulo nuevo lo creamos y si hay que eliminarlo lo eliminamos.

Una vez hayamos finalizado el libro, que aún será borrador, deberemos revisarlo varias veces, pulir el estilo y muchas otras cosas. Es recomendable que alguien de nuestra confianza, y que sepa del tema, lo lea, si es un buen escritor mejor.
Escribir un libro es una prueba de esfuerzo, una carrera de fondo.




jueves, 22 de diciembre de 2011

maestro se nace, no se hace

Si en la reflexión anterior dije que era el tema que más me había gustado hasta el momento y que más interesante me ha parecido, en ésta he de decir que es el tema, hasta el momento, que considero más útil, al menos de un modo directo, para mi labor como maestro.

He aprendido investigando sobre el tema y viendo los recursos que nos ha subido Irune un montón de ideas y actividades para trabajar la lectura en el aula de Educación Primaria. Creo que los maestros debemos aprovechar los recursos que otros nos proporcionan y no solo confiar en lo que las editoriales nos dan. Para un maestro todo es útil y aprovechable porque, prácticamente todo, puede llevarse al aula, con mayor o menor adaptación, pero podemos desarrollarlo en el aula. En ocasiones, los mismos maestros ponemos barreras, fronteras o límites a las clases y a los recursos que podemos utilizar en clase pero eso no es así, con ello lo único que conseguimos es hacer clases monótonas y repetitivas en las que los alumnos se aburren y no aprenden nada. El maestro debe ser esa persona despierta, interesada, trabajadora, casi mágica que es capaz de coger un recurso o elemento de cualquier disciplina y transformarlo de modo que se pueda llevar a cabo en el contexto del aula. Todo el que quiera enseñar debe tener un juglar en el bolsillo, sobre todo en Educación Primaria, debe conjugar la disciplina, el respeto y la autoridad con la frescura y la locura propia de un juglar. Y ambas cosas son perfectamente compatibles. Un maestro es aquella persona que tiene una autoridad que no necesita demostrar, precisamente, porque la posee. Quien no tiene una autoridad real necesita demostrar que la tiene, en cambio, quien posee una verdadera autoridad no necesita demostrarlo, los que están a su alrededor ya lo saben. Pero un maestro también tiene que ser una persona que esté un poco loca, loca en el sentido de magia, imaginación, fantasía, frescura…y tantas otras cosas que captan la atención de un alumno tan solo cruzando la puerta de la clase. Un maestro debe infundir admiración y no miedo, esa autoridad infunde admiración y es debida a ésta y no al miedo. Un maestro que infunde miedo a los alumnos difícilmente podrá educar y enseñar, un maestro que no tiene autoridad está perdido e incapacitado para educar y enseñar pues, no tiene autoridad para hacerlo; pero, un maestro que suscita admiración en sus alumnos, que es modelo para ellos y que a ellos, de algún modo, les gustaría ser como él, ese maestro tiene allanado el camino hacia el corazón de sus alumnos, a éste le escucharán por ser quien es, por ser su maestro, la persona que está con ellos y les acompaña en su desarrollo, la persona que parece que todo lo sabe, esa persona paciente y atenta que te explica las cosas las veces que sean necesarias, que se empeña en que día a día aprendas, que puede enfadarse, pero nunca lo hace de corazón, que es capaz de dar más horas de su tiempo si es necesario por sus alumnos…


Antes he hecho alusión a ello pero, me gustaría volver a hacerlo porque considero de vital importancia añadir otra cosa al razonamiento. He expuesto que los maestros debemos ser receptivos a cualquier recurso y que, prácticamente todos, pueden llevarse al aula de Educación Primaria siendo más o menos adaptados, según sea necesario. Pues bien, además de esto, pienso que el maestro debe ser una persona con mucha imaginación, debe ser capaz de plantear una actividad para trabajar un determinado 
tema  en cinco minutos pero ¿qué sucede? Que eso no se aprende haciendo una carrera, eso se aprende trabajando con niños pero, es más, en muchas ocasiones ni trabajando con niños se adquiere esa habilidad o destreza. Mi opinión es que, maestro se nace no se hace. Uno no se hace maestro haciendo una carrera, uno nace con una serie de capacidades, de talentos y hay personas que nacen con la capacidad de hacer estas cosas, nacen con esa magia y, otras personas que, por mucho que se empeñen y estudien magisterio, nunca van a adquirir esa destreza. Pienso que hay muchas personas que no han estudiado magisterio y son verdaderos maestros por las cualidades que poseen para trabajar con los niños, crear actividades imaginativas y brillantes para niños. 
Creo, para concluir, que tener el título de Graduado en Educación Primaria no te hace maestro, maestro es la persona que posee una serie de habilidades innatas o bien es capaz de desarrollarlas a lo largo de la experiencia trabajando con niños. No entiendo porque tantas personas que no tienen vocación y no sirven para maestros estudian magisterio, seguramente podrían ser magníficos fisioterapeutas, enfermeros, médicos, abogados o economistas, y además ganarían más, pero ya está bien de tener titulados en magisterio que no son maestros, que no valen y lo peor de todo, nunca han valido.