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viernes, 16 de diciembre de 2011

los textos folclóricos

Me parece pertinente comenzar definiendo qué es folclore. Esta palabra viene del término inglés folklore, que hace referencia al conjunto de las creencias, prácticas y costumbres que son tradicionales de un pueblo o cultura. El folklore incluye los bailes, la música, las leyendas, los cuentos, las artesanías y las supersticiones.
            
Ahora definiremos qué es un texto folclórico, una vez que ya sabemos qué es el folclore. Un texto folclórico no tiene autor, son textos que han ido pasando de boca en boca, de generación en generación y, como parece lógico, por esta razón no se mantienen idénticos a cómo se contaron por primera vez. De modo que, cada persona que ha narrado ese texto ha ido incluyendo sus propias variaciones, añadiendo, quitando, olvidando o cambiando partes del mismo hasta que, alguna persona decidiese ponerlo por escrito. De este modo, podríamos decir que los autores son muchísimos, pues cada persona cuenta la historia de forma diferente. Y entre esos muchísimos autores podemos señalar al tiempo. Al tiempo que ha transcurrido desde que se contó por primera vez hasta que nosotros la hemos escuchado y, las no pocas variaciones que ha podido sufrir hasta hoy. El que no tengan un autor concreto puede resultar una ventaja ya que nos da mayor libertad de adaptar la historia a nuestro gusto.

Nunca podremos hablar de la versión original de un cuento folclórico, ésta no existe, se ha perdido con el tiempo, al pasar de boca en boca cada persona introduce cambios en esa historia. Podremos hablar de la versión de Perrault, de los Hermanos Grimm…de todos aquellos que recogen esas historias por escrito con el objetivo de que no se pierdan, pero las recogen como a ellos les llegó, como ellos escucharon la historia.
            
Si nos adentramos en los orígenes de los textos folclóricos nos encontramos que algunos de ellos pudieron ser reales, como por ejemplo, la historia de “Caperucita Roja”, que perfectamente puede ser real pues, no es más que la historia de una niña devorada por un lobo.

Otro origen de textos folclóricos es lo religioso, algunos textos derivan de mitos religiosos que han perdido su carácter religioso, eliminando las figuras de los dioses por seres fantásticos como las hadas, brujas u ogros.

Otros pueden ser textos inventados para enseñar a los adolescentes y jóvenes los peligros de la vida de que se deben guardar. Hemos de apuntar que, los textos folclóricos no son textos infantiles, son textos que se narraban al calor de la lumbre, en familia e iban destinados principalmente a los adolescentes, a las personas que pasan a la vida adulta.
Por último, podemos identificar el origen de estos textos en historias paganas.
            
Otra característica, que ya hemos esbozado antes, es la multitud de variantes que existen de una misma historia. Debemos tener en cuenta que, cada persona obvia una serie de información al contar la historia y añade otra, o narra una parte dándole mayor importancia y a otra menos, sí esto puede suceder entre personas de un mismo entorno, ¿qué no sucederá con la historia al pasar de un país a otro? El ejemplo que vimos en clase fue el siguiente: en Europa el personaje malo del cuento suele ser el lobo del bosque en cambio, en Sudamérica el malo de los cuentos suele ser el chacal y no vive en el bosque sino en la selva. De esta forma, observamos cómo los diferentes pueblos adaptan las historias a términos y personajes más conocidos para ellos.
            
En la mayor parte de los textos folclóricos observamos no solo las costumbres del pueblo sino también los anhelos, sueños, deseos y temores del mismo. Si buscamos la finalidad de estos textos encontramos que es entretener. Se narraban, como hemos expuesto con anterioridad alrededor de la lumbre, por esta razón, además de textos folclóricos, se denominan también “textos del hogar” o “cuentos alrededor de la lumbre”. Con la palabra “hogar” se referían al lugar de la casa donde estaba el fuego, la lumbre para calentarse. Dado que no existía la televisión ni la radio para pasar el rato las familias se contaban estas historias. Normalmente las contaban los abuelos, básicamente porque, al tener más años, conocían más historias. Las historias estaban dirigidas a todos los miembros de la familia, eran para entretener a todos, no obstante, sí que es cierto que los protagonistas de las mismas solían ser adolescentes, personas que estaban próximos a “dar el salto” a la vida adulta.

            
Es importante hacer alusión al primer folclorista importante, la primera persona que se dedicó al estudio de los textos folclóricos, Vladimir Propp, que fue un profesor ruso que realizó un profundo estudio de los cuentos populares de su país. Tras este profundo estudio Propp se dio cuenta de que todos los textos tenían una estructura narrativa muy similar. Los personajes, aunque fuesen diferentes, solían desarrollar acciones o papeles muy similares en todas las historias. Propp definió con la palabra “función” la acción de un personaje y fue solamente capaz de encontrar treinta y una diferentes. Puede que una historia las tuviera todas o solo algunas pero las funciones siempre aparecían en el mismo orden. Propp considera que los cuentos son restos de antiguas ceremonias populares de paso de la infancia a la adolescencia, muy en consonancia con lo que hemos expuesto con anterioridad.


Para su estudio Vladimir Propp dividió los cuentos en cuatro grupos: mitos, cuentos de animales, de fórmula y de hadas o maravillosos.

-Los mitos: son historias de origen religioso, cuyas religiones han desaparecido. El fin principal era explicar a la gente del pueblo a través de cuentos los fenómenos naturales, sociales o psicológicos utilizando dioses y héroes como personajes. Un ejemplo de mito es la historia de Cupido y Psique.

-Los cuentos de animales: la característica principal y definitoria es que, todos los personajes de la historia deben ser animales. Propp realiza una subdivisión dentro de los cuentos de animales:
àLos cuentos de animales propiamente dichos: que poseen como características distintivas: los personajes representan a personas, son cuentos animistas; no tienen moraleja, pero sí enseñanzas, lo único que sucede es que no se formula en forma de moraleja. Un ejemplo es: “Los siete cabritillos”. En el que podemos observar que la moraleja está implícita, no se explicita, tampoco es necesario pues, se observa claramente cuál pretende ser la enseñanza.
àFábulas: los animales representan vicios y virtudes de las personas, arquetipos humanos. Siempre tienen moraleja, son historias moralizantes para que las personas que las escuchan tomen conciencia del mal que puede llevar a sus vidas el vicio y, en contraposición, el bien que les reportará la virtud. Como ejemplo tendríamos: “La cigarra y la hormiga”.

-Los cuentos de fórmula: son aquellos en los que todo el cuento, o bien parte de él, hay que aprendérselo de memoria. La pregunta sería: ¿y por qué hay que aprenderse un cuento de memoria? Bien, son cuentos que si no lo haces de este modo no son igual de divertidos y, además, en muchos de ellos se repite una misma fórmula o frase como por el ejemplo, en el cuento de “La ratita presumida” la frase “ratita, ratita linda, ¿quieres casarte conmigo?”  

-Los cuentos de hadas o maravillosos: en ellos no aparecen únicamente hadas, también lo hacen otros personajes como los ogros, duendes o los troles… En los cuentos maravillosos los personajes realizan acciones irreales como por ejemplo que un lobo hable, en “Caperucita Roja” o que un gato haga lo propio en “El gato con botas”.

            
Dentro de los cuentos de animales podemos observar que, cada personaje representa una serie de rasgos psicológicos del ser humano, representa a éste con sus virtudes y defectos. Por ejemplo: en la historia de “Los tres cerditos” observamos cómo, el cerdito más pequeño hace su casa de “palito”, de paja. Detrás de este detalle que puede parecer sin importancia hay mucho más, cuando eres pequeño no te preocupas de las cosas, te conformas con lo fácil, con acabar la tarea rápido para ir a jugar. El segundo hermano cerdito hace la casa de madera, representa a los adolescentes, son mayores que los niños. Y esto se nota en la forma de ser y de actuar, continúan haciendo las tareas rápidamente para salir, hacen las cosas mejor que los niños pero tienen la cabeza en otras cosas que les interesan más en ese momento. Por último tenemos al hermano mayor, éste representa a los adultos y como tal tiene las ideas claras, prefiere hacer una casa duradera aunque ello suponga no poder ir a jugar con sus hermanos, éste la hace de ladrillo.

En el caso del cuento de “Los siete cabritillos” se ensalza la astucia del pequeño que, sabiendo que no es su madre la que está a la puerta, se esconde en la caja del reloj y, al final gracias a él, se salvaron todos los demás.
            
La mayoría de los análisis de los textos folclóricos que se han realizado después del de Propp arrojan los mismos resultados, en cuanto a la estructura de los textos folclóricos y las funciones de sus personajes. En casi todos estos textos aparece un personaje que vive en el núcleo familiar, suele ser un niño, que es protegido y, al llegar a la adolescencia, se ve obligado a abandonar su casa o, en algunos casos, es él quien quiere salir de su casa, de esa protección familiar. El, ya adolescente, en cuestión debe pasar una serie de pruebas para demostrar que puede pasar de esa adolescencia a la edad adulta, que está preparado para dar el “salto”. Esta edad adulta se simboliza con el matrimonio. Un ejemplo para ilustrar esto es “Blancanieves”. Cuando ya es adolecente se va de casa porque no aguanta a su madrastra, ésta la odia debido a la envidia. Cuando Blancanieves era pequeña estaba en el núcleo familiar, su padre murió y se quedó sola con la madrastra. Blancanieves se ve obligada a huir de ese núcleo familiar, las pruebas en este caso son todas las cosas que hace la madrastra para intentar matarla hasta que termina casándose, que se supone que es el final de la historia tras haber superado todas las pruebas que aparecen en el cuento.
            
En ocasiones, algunos expertos alegan que los textos folclóricos son machistas. Esto parece fácilmente rebatible si tenemos en cuenta algunas cosas que sabemos. Se dice que las mujeres realizaban las tareas de casa, bien, es cierto, pero debemos tener en cuenta en qué épocas se comenzaron a transmitir, es decir, esto es reflejo de una época. Pero en los textos folclóricos podemos observar que es la mujer quien manda en la casa, por tanto, no parece muy machista. Además debemos tener en cuenta que eran las abuelas principalmente las que contaban los cuentos y, éstas, eran mujeres muy luchadoras que, pese a vivir en tiempos difíciles y tener que trabajar muchísimo, eran capaces de “sacar su casa adelante” teniendo que hacer prácticamente todo solas.
            
Otro aspecto que poseen los textos folclóricos y al que aún no hemos hecho alusión es a que sus personajes son planos. Son planos aquellos personajes que siempre se comportan de la misma manera, no evolucionan y nos muestran un único aspecto de sí mismos, por lo que sus actuaciones son siempre previsibles.
            
El psicoanalista Bruno Bettelheim argumenta que, cuando el niño lee un cuento folclórico, logra reconocerse a sí mismo en el personaje central, en sus aventuras y en la resolución de problemas. Bettelheim ha manifestado que no hay ninguna cosa más enriquecedora para el niño que los cuentos folclóricos que, según él, han ido refinándose al pasar de boca en boca y llegando a transmitir sentidos evidentes y ocultos, que están destinados tanto a niños, como a adultos.

Bettelheim expone que casi todos los cuentos que provienen de la tradición oral abordan el mismo tema: la sublimación de los conflictos emocionales y los problemas existenciales que aquejan a los niños. Podemos identificar el problema de los abusos sexuales en las niñas con los personajes “malditos” como los lobos, ogros, gnomos y brujas, que se tornan en individuos del mundo real. Esto forma parte del simbolismo que poseen los cuentos folclóricos y que Bettelheim se dedicó a estudiar.


La tesis de Betellheim parte de la base de que todos los cuentos populares reflejan la evolución física, psíquica, intelectual y social del niño; por ejemplo, el fracaso del egocentrismo, la soledad y falta de afecto, la satisfacción del deseo (casa de chocolate) y el triunfo sobre el peligro (la bruja) está simbolizado en el cuento "Hansel y Gretel"; el complejo de Edipo en “Blancanieves”; la pubertad en “Caperucita Roja”; la rivalidad entre hermanos en “La cenicienta”; el temor sexual en “La Bella y la Bestia” y el incesto en “Piel de asno”, un tema tabú del que todos saben algo, pero del que pocos se atreven a hablar. El rey y la reina simbolizan a los padres, la flor al desarrollo sexual y la casa a la seguridad y armonía en el hogar. El árbol simboliza la vida, el crecimiento o la maduración física y psíquica del individuo. Así como el perro simboliza la fidelidad, las aves simbolizan la libertad y la ayuda; esto ocurre en el cuento de “La Cenicienta”, cuando su madrastra echa ante ella un montón de guisantes buenos y malos y le dice que los separe. Aunque parece una tarea imposible, Cenicienta comienza, pacientemente, a separarlos y, de pronto, las palomas (los ratones, según otras versiones) acuden a ayudarla. Asimismo, la rama que Cenicienta planta en la tumba de su madre, se convierte en un árbol, en cuyas ramas vive un pájaro que, cada vez que Cenicienta llora, le concede sus deseos; por lo tanto, el árbol y el pájaro simbolizan el espíritu o la reencarnación de la madre de Cenicienta.

En el cuento de “Blancanieves”, justo cuando ésta yace en el ataúd de vidrio, que simboliza su muerte espiritual, tres pájaros acuden a llorar junto a los siete enanitos; la lechuza (pájaro de la muerte y la sabiduría), el cuervo (pájaro de Odín, jefe de las fuerzas oscuras) y la paloma (pájaro de Afrodita, de la inocencia y el amor). Los tres pájaros simbolizan un número mágico que también aparece en otros cuentos. El genio en “Las mil y una noches” concede tres deseos a Aladino; tres son las dificultades o pruebas que deben vencer los héroes de los cuentos fantásticos para liberar a la mujer amada.

El siete es otro de los números mágicos en los cuentos populares. Tenemos, por ejemplo, a los siete enanitos en el cuento de “Blancanieves”. Siete son los colores primarios, siete los días de la semana, siete los planetas de la antigüedad, siete las virtudes, siete los pecados capitales, siete los misterios, siete las maravillas del mundo…

Los animales salvajes simbolizan los conflictos no resueltos y los instintos de agresión. Mientras que la manzana (los senos de la madre) es un viejo símbolo del amor y el matrimonio, pero también del peligro y el pecado. La madrastra de Blancanieves le procura la muerte con una manzana envenenada. De otro lado, el color rojo o colorado de la manzana pertenece a un simbolismo extensamente repetido en ritos primitivos de la pubertad representa la menstruación, la culminación de la etapa latente y la maduración sexual, lo mismo que la caperuza roja es un atributo de la primera menstruación de “Caperucita Roja”.

La belleza está simbolizada por el color rojo, blanco y negro. De ahí que el cuento de “Blancanieves”, en algunas versiones, comienza con un rey y una reina que viajan por un camino cubierto de nieve, circunstancia en que el rey dice: “Deseo tener una hija blanca como la nieve“. Más adelante, al divisar un hueso lleno de sangre, exclama: “Deseo tener una hija con las mejillas rojas como la sangre“. Y cuando ve a tres cuervos, volando a cielo abierto, el rey dice: “Deseo tener una hija con los cabellos color de cuervo”.


En otras versiones el cuento comienza así: Es invierno y la nieve cae como ovillos blancos. La reina está cosiendo junto a la ventana, cuyos marcos están decorados en ébano. De pronto, la reina se pincha en la mano y saca el dedo herido a través de la ventana, dejando caer tres gotas de sangre sobre la nieve. Entonces se dice: “Quiero tener una hija blanca como la nieve, con las mejillas rojas como la sangre y los cabellos negros como el ébano“.

El tema de la envidia y la rivalidad entre hermanos está simbolizado en el cuento de “La Cenicienta”, quien no sólo es presa del trato inhumano de su madrastra, sino también del odio y la envidia de sus hermanastras. Otros símbolos constituyen el zapato de cristal (en la versión antigua era una zapatilla de cuero suave), que Cenicienta pierde al salir de la fiesta, en la ceniza (símbolo del desprecio y la humillación), en el árbol que planta en la tumba de su madre y en el príncipe que la revive y la toma por esposa.

El narcisismo de la madrastra de Blancanieves está simbolizado por el espejo mágico y la madurez sexual por el corpiño, el anillo y la manzana. Si la combinación del color rojo, blanco y negro es símbolo de belleza, entonces el “Príncipe sapo” y “La Bestia” son símbolos de la agresividad inconsciente de la personalidad humana.

El incesto, al menos como intento, aparece expuesto en “Piel de asno”. Todo comienza con un rey todopoderoso, amado y respetado por su pueblo, y una reina que, sintiendo acercarse su última hora, le dice al rey: “Cuando te vuelvas a casar, júrame que lo harás con una princesa que sea más bella y mejor formada que yo”. El rey le jura que así lo hará. Sin embargo, al cabo de un tiempo, no resiste a la tentación de pensar en la princesa (su hija), quien no sólo es bella y admirablemente bien formada, sino que sobrepasa en mucho a la reina. De modo que el rey, seducido por la juventud y belleza de su hija, decide tomarla en matrimonio. La princesa, consternada por la actitud de su padre, le ruega no obligarla a cometer un crimen. Mas el rey no desiste en su propósito y manda preparar la boda. La princesa pide ayuda a la Hada de las Lilas, que es su madrina, quien, para salvarla del dolor y el infortunio, le aconseja pedirle al rey la piel de un asno. Entonces el rey, obsesionado por casarse con su hija, no le niega su deseo y deja matar a su asno preferido. La princesa se disfraza con la piel del animal y huye del palacio sin ser reconocida. El rey moviliza a sus guardias para dar con el paradero de la princesa, quien se convierte en fugitiva y llega hasta tierras lejanas, donde contrae matrimonio con un príncipe que la pone a salvo del incesto y la conducta perversa de su padre.

¿Por qué se ponen por escrito estos cuentos o historias?
     
Los cuentos folclóricos se ponen por escrito en ocasiones con una intención conservacionista, este es el móvil, por ejemplo, de los hermanos Grimm, que pusieron las historias y cuentos populares que se narraban en Alemania (que no quiere decir que su origen sea ese país) por escrito para que no se perdiesen. Pero comencemos por el principio, para más tarde llegar a los hermanos Grimm.

El primer recopilador importante de textos folclóricos es Rodrigo Caro, en el siglo XVI, es el más antiguo de todos y se dedica a poner por escrito cancioncillas y juegos que escuchaba a los niños para que no se perdiesen, vemos en él una intención conservacionista.


El siglo XVIII es el siglo de las luces y la razón. Los enciclopedistas comenzaron a escribir sobre todo lo que el ser humano sabía y ¿por qué iban a descartar el saber popular? Las historias folclóricas eran muy del gusto de la corte de Luis XIV, cuando se ponía el sol era el momento en el que todos se juntaban alrededor del fuego y contaban estas historias. En la corte no sucedía exactamente así. En ella había grandes lámparas de “araña” que iluminaban la sala con velas, en esa sala, por la tarde, cuando caía el sol, se ponía Luis XIV en su trono para que le entretuvieran y tenían a gente que contaba estas historias. En estas veladas tuvo mucho éxito el “Decamerón”, que era un compendio de historias de contenido erótico en su mayoría, cien cuentos para ser exactos, terminado por Giovanni Bocaccio; al igual que “Las mil y una noches”.

De esta época es Madame Leprince de Beaumont, que había escuchado un relato que había contado en la corte un creador de historias, más bien podríamos decir un “contador” de historias ya que no se las inventaban sino que las cogían de la tradición, “El lobo blanco”, la trama de la historia es la siguiente: el padre de una chica robó una rosa del jardín de un enorme lobo blanco, éste se dio cuenta y obligó al padre a entregarle a su hija para que viviese con ella. Cuando ella se comienza a enamorar del lobo blanco, éste se muere y fin. A Madame Leprince de Beaumont no le gustó mucho el final de esta historia y la adaptó, dando como resultado una versión más parecida a la que nos muestra Disney en la película “La bella y la bestia”, título que toma de esta adaptación.

Perrault también es de esta época, era una persona cercana a la corte, humanista e interesado por las historias celtas, es posible que supiese, además de francés, inglés. Pese a ser un cortesano no le gustaban los desmanes y excesos que había en ella, estaba en contra de todos esos excesos y, viendo que allí todos los pecados capitales campaban a sus anchas decidió escribir relatos moralizantes dirigidos a la corte, no a los niños. Por tanto, nos encontramos ante paraliteratura ya que la intención principal es moralizar. El interés de Perrault por escribir también es alimentado por las numerosas historias que la nodriza de los hijos de Perrault conocía y narraba a sus hijos mientras los amamantaba.

En la primera mitad del siglo XIX, en Alemania, se da el Romanticismo. Los hermanos Grimm escribieron “Cuentos para la infancia y la juventud” ciertamente influidos por el sentimiento nacionalista propio del Romanticismo. Ellos no eran nacionalistas exaltados pero quisieron aportar su granito de arena, alguien les propuso recoger historias folclóricas “alemanas” para que toda esa riqueza alemana no se perdiera. Su afán no era adaptar era conservar, por ese motivo no querían cambiar los textos, querían plasmarlos tal y como los contaban. Ninguno de los cuentos de los hermanos Grimm estaban escritos para niños menores de 10 años, porque hasta más o menos esa edad nadie sabía leer. En los cuentos aparecían incestos, sexo, violencia…El error fue del editor que puso ese título porque la idea no era hacer un libro para niños sino una obra que recogiese todos los cuentos folclóricos que se narraban en Alemania. Comenzaron a llegar muchas quejas pero el editor no quería cambiar el título porque había muy pocos libros para niños y tenían mucha tirada entre ellos. El editor le pidió que retocarán los cuentos y, finalmente, los hermanos Grimm aceptaron. En los casos en que las madres querían matar al hijo, lo cambiaban por una madrastra; y, de este modo, fueron suavizando los contenidos de los cuentos.

Si nos preguntásemos qué es preferible utilizar en el aula si un cuento de Perrault o de los hermanos Grimm mi opinión es que es preferible uno de los hermanos Grimm. Primeramente porque no poseen una intención moralizante preeminente, en cambio, en los cuentos de Perrault sí. Los cuentos de Perrault son adaptaciones, en cambio, los hermanos Grimm se dedican únicamente a recoger los textos folclóricos.

En la segunda mitad del siglo XIX, en este caso en Inglaterra, escribía Charles Dickens. Dado el momento histórico en el que nos encontramos era literatura realista, este autor escribía sobre los niños de la calle, es el creador de “Oliver Twist”.

En esta misma época en Dinamarca nos encontramos con el tercer gran adaptador de la historia, tras Perrault y los hermanos Grimm (contando a éstos como uno), Hans Christian Andersen, es tan importante para la historia de la literatura que, los premios de literatura infantil más importantes llevan su nombre y se conceden al mejor escritor e ilustrador de literatura infantil. Tiene dos tipos de cuentos: los cuentos de autor (escritos por él), en ellos encontramos personajes reales de la Dinamarca de la época, el ejemplo más importante es “La cerillera”. Otro tipo son las historias folclóricas como “La sirenita” o “El soldadito de plomo”. Existen cuentos parecidos a estos, previos, de inspiración folclórica de historias del norte de Europa. Andersen no incluyó moralejas en sus cuentos, por tanto, esto sí es literatura. Hemos de señalar que los cuentos de Andersen siempre acaban mal.

Podemos concluir diciendo que Andersen era el único escritor, Perrault era moralista y los hermanos Grimm conservacionistas.

En España también tuvimos adaptadores como Cecilia Böhl de Faber, su pseudónimo Fernán Caballero, y el Padre Coloma.

Este último escribió cuentos folclóricos y adaptó obras para contar a los niños. Es paraliteratura porque era moralizante. Hace una cosa curiosa, convierte a los personajes del mundo mágico, paganos, en imaginería cristiana, religiosa, pero popular. Al demonio se le llamaba Pedro Botero, las calderas de Pedro Botero al infierno.

¿Por qué deben trabajarse los textos folclóricos en Educación Primaria?
            
Los textos folclóricos deben trabajarse en Educación Primaria, en la escuela, porque son una riqueza cultural. Como expone Cerrillo en su trabajo Hacia una didáctica del cancionero infantil: un nuevo marco para la recepción de la lírica popular infantil, las personas como él, que eran niños en los años cincuenta y sesenta, recuerdan numerosas cancioncillas, nanas, canciones de corro y comba, las retahílas para echar suertes, los trabalenguas, las adivinanzas, las oraciones, los romances… pero, en la actualidad, esto ya no es así. La introducción de la televisión y los juegos electrónicos ha acabado con las reuniones familiares en las largas tardes de invierno alrededor de la lumbre, momento en el que se contaban leyendas, canciones, romances, historias… Según Rodríguez Almodóvar, es un drama haber vivido tantas infancias participando activamente de la literatura popular y, que hoy día, no seamos capaces de re-aprender lo que fue sin duda uno de los modelos pedagógicos más sencillos y eficaces que se han conocido. Por estas razones es imprescindible que los niños del siglo XXI continúen siendo eslabones de ese modelo de comunicación, que está en peligro de desaparición. Nosotros hemos recibido un legado y debemos continuar transmitiéndolo y, parece ser que en nuestra sociedad de la información y la comunicación, la única forma que tenemos para comunicar los textos folclóricos tal y cómo nos han llegado es, a través de la escuela y en casa. A mi modo de ver, también los padres tienen una importante labor en la transmisión de los cuentos folclóricos, es tan sencillo como narrarles estas historias antes de dormir o, en los viajes en el coche, ir contando historias.

Debemos tener en cuenta que los textos folclóricos siempre han sido de transmisión oral y esto debe ser respetado. No son cuentos o historias tanto para ser leídas por los niños como sí para ser narradas por un adulto u otra persona. Es interesante que los niños en el aula aprendan la historia y se la cuenten a otros niños o a sus propios compañeros. Por tanto, el maestro, es más interesante que cuente él los textos folclóricos a que los proponga para que los lean los niños en clase, son historias para ser escuchadas y contadas, esa forma de transmisión, la transmisión oral, se ha llevado a cabo durante siglos y deberíamos continuar con ella a la hora de trabajar con textos folclóricos.

¿Cómo contar los cuentos a los niños? ¿Qué aspectos debo tener en cuenta para contar cuentos en Primaria?  

àMás que leer un cuento, se trata de compartir una historia. Vivir con el niño las
emociones, pensamientos y hazañas de los diferentes personajes. Disfrutar contando
la historia permite que los que escuchan también lo hagan.
àNarra con sinceridad. El adulto debe creerse lo que cuenta, de esta manera alimentará la ilusión y fantasía del niño.
àPodemos inventar un cuento colectivo. Esto consiste en crear el cuento que realmente nos apetece escuchar, podemos dibujar a los personajes de la forma en la que nos los imaginamos, es una práctica interesante para llevar a cabo en el aula.
àInvolucrar a los niños en la historia, preguntarles qué piensan que sucederá en ese momento, que dirá o hará un personaje, esto les ayudará a “meterse” mucho más en la historia, a estar más interesados. Es un buen recurso nombrar a los personajes buenos con los nombres de niños de clase, de este modo, ellos se sienten protagonistas del cuento y todos muestran mayor interés en que le pasará a ese personaje que se llama igual que “Fulanito”.
àLa clave es captar la atención de los niños:
            -Elegir el momento y el lugar adecuados.
            -Utilizar un lenguaje sencillo.
            -Emplear diferentes tonos de voz, movimientos corporales, gestos.
-Utilizar pausas y cambios de ritmo en la voz, animarán la narración y mantendrán la atención.
-Introducirse e introducir a los niños en la historia pero, sobre todo, estar metidos nosotros, si nosotros no nos creemos y vivimos lo que les estamos contando, ellos no la escucharán con interés ni atención.
àCon los más pequeños es preferible utilizar un lenguaje sencillo a partir de las ilustraciones que tengamos. Cuando los niños sean más mayores podremos ceñirnos más al texto que nos aprendimos.


¿Dónde podemos encontrar estos folclóricos?

Textos folclóricos podemos encontrar en Internet y en los libros pero, a la hora de buscarlos debemos diferenciar entre versión y adaptación. La transmisión oral consigue diferentes versiones, me atrevería a decir que tantas como personas conocen ese cuento y lo transmiten a otros. La versión cambia, varía cosas del cuento sin tener esa intención, simplemente la persona olvida ciertas partes y realiza hincapié en otras, está transformando el cuento sin tener la intención de hacerlo.

Por otra parte tenemos la adaptación, donde sí existe una intencionalidad de cambiar ese cuento.

También debemos hacer alusión a la traducción, no es lo mismo estar ante una traducción de un cuento de Andersen que ante un resumen del mismo. La traducción es fiel al cuento, a lo que escribió el autor. En cambio el resumen no es ni tan siquiera una adaptación, posee una intencionalidad diferente, pretende compactar el contenido de un cuento en un espacio determinado, no tanto modificar ese cuento.

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