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lunes, 9 de enero de 2012

El nonsense

El tema que se aborda en el fragmento me parece muy clarificador y de gran importancia que lo tengamos en cuenta. Hay muchas cosas en la realidad que no pueden explicarse que, hoy día al menos, no tienen explicación. A veces en la sociedad intentamos dar explicación a todo lo que sucede cuando, comenzando por los comportamientos humanos, muchísimas cosas no tienen explicación. Ser conscientes de esto y aceptarlo es, a mi modo de ver, una buena fórmula de quitarnos presión, de vivir con mayor tranquilidad sabiendo que hay cosas inexplicables.

En relación con este primer párrafo quiero añadir un aspecto que tengo muy claro y me parece indispensable que un maestro sea consciente de ello. El maestro no lo sabe todo. Es frecuente que los niños “bombardeen” con preguntas a sus maestros y, éstos, llegado el caso de no saber contestar alguna, que es lo normal, deberían decir que no lo saben y que lo buscarán. En cambio, pese a lo sencillo que puede resultar hacer esto, hay profesores que optan por responder a sus alumnos cualquier cosa, aunque para nada están seguros de que eso sea así, simplemente lo hacen para demostrar a sus alumnos que todo lo sabe, que tiene infinitamente mayor conocimiento que ellos.

Otros maestros no lo hacen con esta finalidad sino que no conciben defraudar a sus alumnos, lo cual está muy bien, pero para ello no podemos responder a una pregunta sin estar seguros de que esa es la respuesta, no podemos correr el riesgo de confundir a nuestros alumnos. Creo que, desde el primer día, los niños deben saber que el maestro no lo sabe todo, que sabe muchas cosas, pero otras no y tendrá que buscarlas y nos la explicará más tarde o al día siguiente pero, para convencer a los niños de esto, primero debe estar convencido el propio maestro de sus limitaciones y, por supuesto, de la existencia de un nonsense, de cosas que hoy día no se saben.
            
En relación a la fantasía en las historias como “Mary Poppins”, “Alicia en el país de las Maravillas”, “El gato con botas”… opino que es preciosa y que debemos conservar por todos los medios, a través de la narración a los más pequeños de estos textos o de la creación de textos fantásticos similares. Los niños poseen una capacidad de imaginación y de crear o visualizar en su mente una serie de cosas que no existen que, a un adulto, le resulta imposible, esto quizá ha sucedido hasta ahora, en la actualidad estamos “liquidando” esa enorme imaginación, esa fuente de creación de cosas nuevas que nunca antes han existido. Este proceso de liquidación de la imaginación, del pensamiento infantil y, por tanto, de la propia infancia, lo estamos llevando a cabo a través de la masificación y el abuso de la televisión, los videojuegos y demás elementos tecnológicos que dan todo hecho al cerebro del niño. Existen numerosos estudios que demuestran que, mientras un niño está viendo la televisión, en su cerebro no se está produciendo prácticamente ninguna actividad. La razón es simple, cuando un niño lee un libro o lo escucha de otros, su cerebro continuamente está realizando construcciones de aquello que está leyendo, está intentando construir, a partir de esas palabras, una realidad, y esto produce una gran actividad cerebral. En cambio, cuando un niño está viendo la televisión, las imágenes aparecen en ella, él no debe construir ninguna imagen, ni imaginar ninguna situación, todo aparece allí. Puede hacerle gracia ver cómo Mary Poppins moviendo la nariz guarda toda la ropa en los cajones pero, sería mucho más productivo si el niño escuchase esa escena y tuviese que imaginarla.
            
Pienso que, si continuamos lastrando la imaginación en los más pequeños, ese nonsense terminará siendo mucho mayor de lo que es en la actualidad. A mi modo de ver, estamos en la sociedad del mínimo esfuerzo, del “ir a lo fácil”, de no pasar de lo establecido, de no innovar, de quedarnos estancados y aburguesados en lo que sabemos hasta ahora y, más mal que bien, nos funciona. Pero no podemos continuar así, se me antoja clave e imprescindible que hagamos pensar y reflexionar a los niños desde pequeños, que fomentemos su imaginación y la reflexión sobre todo lo que le rodea. Cuando un niño tiene dos o tres años es el momento de hacer hincapié en ello, no podemos esperar a que pierda esa capacidad de imaginación, esa frescura y brillantez propia de la infancia porque, si esperamos hasta entonces, ni las ideas serán tan buenas (dado que hay un mayor conocimiento y arraigo a lo que existe) ni tendrán tanta capacidad para llevarlas a cabo. Me da mucha pena observar a mi alrededor y ver a niños desmotivados, infelices, que no se conforman con los regalos que reciben en “Reyes” o cumpleaños, que siempre quieren más, que no son capaces de fabricarse un juguete o jugar con cualquier cosa que no sea oficialmente lo que denominamos “juguete”. La verdad que, en esta sociedad de la abundancia y el consumismo, estamos creando las personas más infelices que jamás han existido, las más desmotivadas y vacías mentalmente. Dentro de esta situación hay de todo pero considero que en general sucede esto y, la pregunta que me hago es ¿por qué no comenzar ya a cambiar las cosas desde la escuela? ¿por qué no empezar a educar a padres y niños? Sí, a los padres también, porque los niños pequeños son, en gran medida, lo que los padres han hecho de ellos o quieren que sea. Un niño ve la televisión las horas que los padres le dejan, un niño lee más o menos dependiendo de la motivación por parte de sus padres y de si estos, a su vez, les proporcionan buenas lecturas en lugar de la Wii, la Play Station 3, un ordenador, una televisión para el cuarto (todo esto a niños de ocho años), un móvil… Algo de lo que no me cabe duda es de que, si queremos continuar avanzando, siendo conscientes de nuestras limitaciones y de la existencia de ese nonsense, debe producirse un cambio social que se debe basar, a mi modo de ver, en un aumento de la creatividad en la escuela y en un fomento mayor de la imaginación desde Educación Infantil.


En ocasiones se argumenta que, dentro de esta “crisis económica” o lo que sea esto, durante muchos años no se crean empresas, no hay ideas nuevas en el campo de la innovación… podríamos encontrar los motivos de esto en no trabajarse la creatividad, la imaginación y la motivación en la escuela. A menudo observamos a personas que, su único objetivo en la vida es aprobar una oposición y “a vivir”, tener un sueldo para toda la vida, poderme permitir el lujo de no trabajar del todo bien y que no me “echen”… tampoco me gustaría, ni es mi intención, ser injusto por ello añadiré que, en España, no se fomenta para nada la creación de nuevas empresas, es más, se ponen todas las trabas posibles y se dificulta muchísimo llevar a cabo esta tarea. Pero no tenemos la base imaginativa, de creación que existe en otros países del mundo y esto es responsabilidad de la escuela, cambiar esta situación está en manos de ésta.  



A modo de conclusión me gustaría hacer alusión a algo que he escrito anteriormente y que, considero que es necesario aplicarlo también a los maestros. He argumentado que no podemos esperar a que el niño pierda esa capacidad de imaginación, frescura y brillantez propia de la infancia para trabajar con ellos estas habilidades. Pues bien, esas tres características deben estar en todo maestro. Toda persona que pretenda dedicarse a la educación de los más pequeños, en mi opinión, debe poseer imaginación, frescura y brillantez, debe ser un poco niño, un poco Peter Pan, sin dejar de ser el maestro, que por definición es una persona adulta. Creo que, perfectamente un adulto, un maestro, puede a su vez ser un poco niño, poseer imaginación para la creación de actividades dinámicas, significativas y positivas para sus alumnos; y frescura y brillantez para ejecutarlas en el aula. Es más, no creo que “pueda” hacerlo, creo que “debe” poseer estas características. Si de verdad queremos ser maestros, buenos maestros deberemos cultivar estas habilidades en nosotros si no las tenemos. Si las poseemos, ¡estupendo! Y si, ni las poseemos ni tenemos la más mínima intención, simplemente deseamos aprobar una oposición o entrar en un colegio privado y desempeñar un trabajo como otro cualquiera, creo que lo mejor que podemos hacer es dedicarnos a otra cosa.

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